Reflexión sobre la falta de valores en la actualidad
Es contundente: la sociedad ha cambiado bastante. Para bien o para mal, las reformas se suscitan como necesidades del ser humano que deben ser satisfechas al momento. De esa misma manera se cierne sobre el mundo la violencia, la discriminación, el terrorismo, etcétera; así como el menester de reconstruir lo que nunca jamás ha existido: la paz mundial. Vemos pues, que el problema es entre y sobre las naciones, pero muy difícilmente aceptamos que formamos parte del escollo, es decir, de la Nación. No percibimos además, que todo se produce gracias al sentimiento en común de una sociedad, pero más específicamente, de un individuo. Pasemos entonces al hito de la situación, sin duda alguna, el ser humano y sus míseros valores.
No voy a ocultarle ni a negarle mi lector efímero, que mucho se ha debatido sobre los valores, pero que poco de la verdad actual se ha oreado. La verdad actual de los valores es mucho más cruel, o para ser más exactos, ya ni siquiera hay respeto por nosotros mismos. Pero primero entendamos qué es un valor. María Candelaria Cruz nos dice: “Llamamos valores a todo aquello que enriquece a una persona y contribuye a que sea cada vez mejor”1 Ahora bien, esta definición es tácita pero de igual manera, tiene cualidad de inútil en nosotros. Hoy en día no se pueden decir cosas buenas de nosotros, y si lo dicen es de manera finita porque somos meramente volátiles, y por lo tanto generamos desconfianza: un día queremos ser algo y otros días queremos no serlo. Entonces ¿dónde quedó la perseverancia? No somos asiduos a nuestra personalidad, a nuestro semblante o a como nos comportamos ordinariamente, puesto que lo descomunal de nosotros es aquello que ocultamos para no asustar a los demás. Susodicho es el caso del enojo. Yo recuerdo que cuando alguien me ve enojado me dice “tú eres otro”.
Si retrocedemos el tiempo, apenas al siglo pasado, veremos que antes sí se respetaba a los mayores, que los niños no se metían en conversaciones ajenas, y que sobre todo existía esa línea de respeto. Hasta aquí, el sentido de valor tenía sentido. Podemos rescatar algo que dice María Candelaria Cruz sobre los valores: “son guías de conducta.” Como dije, la sociedad ha cambiado, pero decir que los valores son guías de conducta no ha trasmutado con el tiempo, siguen lo valores ahí, casi intactos por todos y conocidos por pocos. Sólo aquellos que los ponen en práctica saben de qué trata el amor, el respeto, la tolerancia, la amabilidad, etc.
Confucio dijo: “El que arroja lodo, pierde tierra.” En sentido práctico, sólo se puede dar lo que se tiene. Si no vivimos con valores cómo sabremos regular nuestra conducta.
Hablaba ya sobre el siglo pasado, pero aún no menciono que los valores tenían dos filos. En el tercio de cuarto del siglo XX todavía sólo al hombre se le respetaba, se les pegaba a los niños entrometidos, y esa línea de respeto que existía era una ingrata desventaja para la mujer. Por eso debo admirar también nuestra personalidad volátil, que hizo corromper la desigualdad y que logró que los niños tuvieran la libertad que su desarrollo necesita. Pam Schiller junto con Tamera Bryant nos dan un ejemplo de ello: “La mayoría de nosotros creció con padres que respetaban al presidente (…) sólo por su posición social. Esto no es una verdad hoy en día.”2 De esta manera, en la actualidad a la gente se le puede respetar por el simple hecho de ser persona, pues como persona vale. Todos tenemos el mismo valor, o por lo menos eso se quiere lograr, puesto que ya no hay moral, ni cariño, ni casi nada que se le parezca. Quizá esté exagerando, pero generalmente así es. Ya no podemos apreciar el cariño de manera escueta, sino vemos cómo todo sentimiento necesita un artificio. Ahora el respeto se gana, ya no se merece.
Hace muchos años ganamos nuestra libertad, en muchos sentidos. Pero la libertad individual se ha desbordado desgraciadamente. ¿Ahora qué esperamos de los niños que aprenden de valores mal definidos? ¿de aquellos niños que ya no respetan a los mayores? Por mi cuenta, no me tocó vivir cuando las personas tenían por lo menos una jerarquía de valores de doble filo –y no muchos filos como ahora–, cuando el mundo era un poquito más humano –a nivel particular, por lo menos–, y cuando las fotografías eran a blanco y negro. Por eso digo que ahora ya no es la misma gata.
Hoestamente: MarioNote
Hoestamente: MarioNote
BIBLIOGRAFÍA: 1 CANDELARIA, María. (2006). “Taller de actitudes y valores para jóvenes de todas las edades”. Libris Editores. || 2 SCHILLER, Pam. (2001). “Cómo enseñar valores a los niños”. Pax México.