domingo, 13 de noviembre de 2011

El lenguaje... ¿Cómo has dicho?


Tal parece que lo más sencillo es lo más difícil de discernir a la hora de explicar; un ejemplo de ello es el lenguaje. ¿Qué es el lenguaje? El término es acuñado interdisciplinariamente, aunque de todas las concepciones puede haber una concreción. Tengámoslo aquí como ‘la capacidad que tiene el ser humano para comunicarse’; agreguemos a la noción de que hay distintos tipos de lenguajes: la danza, la pintura, la música, etc. Cada lenguaje tiene un fin muy claro: comunicar.

Buen ejemplo con Magritte
La comunicación es el intercambio de mensajes en donde hay un juego de papeles sobre quién, en determinado momento, es el emisor y quién el receptor. Para que se logre la comunicación, elementalmente necesitamos un medio para trasmitir el mensaje (ya sea la carta, la voz o el baile), así como un código (un alfabeto o los movimientos corporales) para construirlo. La comunicación sólo existe cuando emisor y receptor comparten el mismo código y mismo lenguaje. Si hay malinterpretaciones del mensaje, consideraremos que la comunicación está truncada o que simplemente no existe.
Ya hemos definido de manera sucinta dos conceptos que parecían un enigma. Entonces, ¿qué es la lengua?, y ¿qué demonios es el habla? Nada es la misma cosa, sin embargo sí contienen la misma raigambre: intervienen en el proceso de la comunicación. Aquí tendremos a la lengua como ese código específico de cada civilización para poder cifrar un menaje, es decir, convertir el pensamiento en palabras. Muchas lenguas tienen alfabeto. En cuanto al habla, es sobre todo una acción individual pues se trata del toque personal que uno le da a la lengua: de allí que se diga «El habla de esa persona es adecuada».
Hablar de una lengua en específica, es hablar de toda una cultura. Si uno quiere comprender al ser humano en cuanto a su capacidad de expresión, debemos empezar por sus primeros intentos de comunicación, las más primitivas que fueron génesis de todos los procesos lingüísticos. Se trata, además, de un asunto antropológico ya que las acciones surgen de una necesidad; piénselo: ¿de qué le sirve poder comunicar sus pensamientos? Y en esas respuestas coincidiremos en que es imprescindible la comunicación, y así precisamente sabremos más de las personas. “Habla para que te conozca” diría Sócrates, porque dice mucho de nosotros cómo hablamos y de qué cosas hablamos. Quieres conocer a alguien, habla con ella. Recordemos, no sólo importa saber decir los mensajes, sino también escuchar… Por allí hay una buena reflexión: «Fuimos creados con dos orejas y una boca, para escuchar el doble de lo que se habla».
Hasta este momento ha sido un bosquejo rápido acerca del lenguaje; ahora quiero hacer notar: no sólo el ser humano tiene lenguaje, es decir, la capacidad de comunicarse, sino todos los seres vivos cifran uno también; por ejemplo, determinados animales se comunican por medio del lenguaje auditivo. Sin embargo, es el humano quien puede ir más allá del instinto animal, y hacer del lenguaje una herramienta fundamental de la civilización, hasta convertirla en el arma más poderosa (y no es por exagerar). Y es que todo ha ocurrido por buenos o malos entendidos, como la injusta conquista de América: fue el encuentro de dos culturas lejanas entre sí, desconocidas, con lenguas distintas y sobre todo un lenguaje conformado de cosmovisiones ajenas entre sí. Como dijimos, el lenguaje representa el peso total de una cultura.
Y bien, estamos hechos para pensar, sobrevivir, convivir, etc., aunque también somos unas máquinas monstruosas: dañamos verbalmente, mentimos, corrompemos a las personas con nuestros lenguajes inadecuados… A veces somos tan inhumanos que vale la pena reflexionar sobre cómo utilizamos el lenguaje, porque no vaya a ser que el pez por su propia boca muera.
Honestamente: Marionote Valencia.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Muerte en La Campana, Colima

En Colima tenemos una zona arqueológica llamada La Campana, cuyo contexto histórico se remonta hasta los últimos años de la Era Antigua. Está ubicada entre dos ríos y orientada hacia el volcán. En primera instancia vemos esa dualidad: agua y fuego, luego que sus construcciones abarcan lo mercantil, lo político y principalmente lo religioso. En ese edificio en forma de campana era donde se hacían los rituales y se sacrificaba para honrar al dios del fuego (volcán).
El alzamiento principal del lugar: La Campana
En cuanto a ese ámbito religioso hay dos incipientes importantes: la muerte y el destino del fenecido. El lugar de los muertos, como para muchas de las culturas prehispánicas, era el Mictlan; para emprender el camino a esa morada, al muerto se le hacían las muy conocidas ‘tumbas de tiro’, que referimos su análoga apariencia al de las bóvedas, localizadas hasta diez metros bajo tierra. Actualmente se cree que la profundidad no sólo dependía de la dureza del suelo, sino del estrato social al que pertenecía el fallecido. Los familiares del difunto lo vestían muy bien y le colocaban objetos alrededor que lo identificaran según lo que haya hecho en su vida. Por último, los pobladores sacrificaban un perro y lo ponían también en la tumba, para que éste ayudara al muerto a cruzar el último obstáculo del camino al Mictlan: un río. Sin embargo, no todos tenían como destino el Mictlan, los guerreros que morían en batalla y las mujeres que perecían en el parto, acompañaban al sol en su ruta: alba y cenit; para luego renacer como el mismo astro lo hace.


El análisis que se ha hecho sobre los objetos encontrados en las tumbas, dejan evidencias claras, y otras inconclusas. Por ejemplo, de acuerdo a las deformaciones de cráneos, se cree que los indígenas sabían de cirugía; sin embargo, no se explica por qué algunos restos o figurillas de barro no tienen extremidades, ¿con qué objetivo se habrá hecho eso? O en general, ¿cuál es la explicación concreta de las tumbas? Si la indiferencia no nos gana, lo sabremos, después de mucho, algún día.
Honestamente: Marionote Valencia.