viernes, 31 de diciembre de 2010

Si en recuerdos me ves, te verás


Aquello, una reunión inesperada, era un festín de risas. El hombre lo contaba todo; poco a poco. Se acordaba de algunas anécdotas ajenas a él: sobre sus primos migrantes y el encuentro con la chota* en la frontera México-E.U.A. Para ese momento, ya sé que este hombre rememora su vida como capítulos de una película; puede regresar a su pasado cuantas veces quiera, sin olvidar los detalles más importantes.
            Ya entre una coincidencia, me advirtió que una mujer debe servirle al esposo, sea cual sea la hora. Pero eso sí, decía: la mujer no solo puede dedicarse al hogar, sino a lo laboral: “si quiere trabajar, que trabaje”. Apenas puedo resumir lo que me dijo aquel hombre, antes de que la conversación se volviera sombría.
            Fue ese hombre quien, por azares de las conversaciones en la noche, habló ahora de su hermano: mi tío; a quien nunca he visto.
            –Debes conocer a tu tío. Es más grande que yo.
            Asentí con la cabeza.
            –Vendrá para este año, yo sé que vendrá –me dijo como mirando al cielo y acordándose–. Yo ya fui para allá, ahora a él le toca. Se vendría en avión.
            Quise preguntarle qué le hacía pensar que pasaría, si ya tenía más de veinte años que no venía a Tecomán. Mejor me callé; solamente escuché su voz corrompida:
            –Tu tío me ha dicho: “carnal, es que ya somos viejos”.
Llegó el momento de que me hablara de una muerte casi tranquila: ver a los familiares antes de que desaparezcan. Esa noche, a pesar de tardía, seguí escuchando la voz de aquel hombre, y creí haber escuchado las voces de la nostalgia.

*La chota quiere decir la policía.
Que tengan buena suerte en todo lo que hagan. Alegre año nuevo para todos los lectores efímeros. Honestamente: MarioNote.