viernes, 31 de diciembre de 2010

Si en recuerdos me ves, te verás


Aquello, una reunión inesperada, era un festín de risas. El hombre lo contaba todo; poco a poco. Se acordaba de algunas anécdotas ajenas a él: sobre sus primos migrantes y el encuentro con la chota* en la frontera México-E.U.A. Para ese momento, ya sé que este hombre rememora su vida como capítulos de una película; puede regresar a su pasado cuantas veces quiera, sin olvidar los detalles más importantes.
            Ya entre una coincidencia, me advirtió que una mujer debe servirle al esposo, sea cual sea la hora. Pero eso sí, decía: la mujer no solo puede dedicarse al hogar, sino a lo laboral: “si quiere trabajar, que trabaje”. Apenas puedo resumir lo que me dijo aquel hombre, antes de que la conversación se volviera sombría.
            Fue ese hombre quien, por azares de las conversaciones en la noche, habló ahora de su hermano: mi tío; a quien nunca he visto.
            –Debes conocer a tu tío. Es más grande que yo.
            Asentí con la cabeza.
            –Vendrá para este año, yo sé que vendrá –me dijo como mirando al cielo y acordándose–. Yo ya fui para allá, ahora a él le toca. Se vendría en avión.
            Quise preguntarle qué le hacía pensar que pasaría, si ya tenía más de veinte años que no venía a Tecomán. Mejor me callé; solamente escuché su voz corrompida:
            –Tu tío me ha dicho: “carnal, es que ya somos viejos”.
Llegó el momento de que me hablara de una muerte casi tranquila: ver a los familiares antes de que desaparezcan. Esa noche, a pesar de tardía, seguí escuchando la voz de aquel hombre, y creí haber escuchado las voces de la nostalgia.

*La chota quiere decir la policía.
Que tengan buena suerte en todo lo que hagan. Alegre año nuevo para todos los lectores efímeros. Honestamente: MarioNote.

martes, 23 de noviembre de 2010

Último recurso: tomar al mundo con humor


Tres personas: hablando por celular mientras esperan el autobús.
Un amigo: Mario, has salido en el feisbuk.
Yo para mí: pero si ni siquiera tengo.
Ve nomás.
Aquí ya hay muchos automóviles, te quieren atropellar, o al menos no les importa; se les hace tarde, invaden el carril exclusivo para bicicletas. ¡Cuidado! La acera ya no es segura: ya no basta. Con ganas de fotografiar a los conductores cuando hacen lo indebido para que les arda saber que han sido fotografiados. No hay porqué tanto coche, en porcentaje, aquí en Colima tenemos más que en el D.F. Es lamentable y sin duda no dejamos de ser transeúntes en peligro, y no sólo de los carros.

Ante este problema, he solicitado al gobierno que me patrocinen con un extintor y un chaleco antibalas para estar más seguro en todos lados –uno nunca sabe–. Bueno, el extintor podría dejarlo en casa pero combina muy bien con mis calcetines; y el chaleco lo necesito porque a veces no tengo nada que ponerme. Pero el gobierno, creo, hizo caso omiso a mi petición.

Yo ya no sé qué pensar. Veo a tres personas utilizando el teléfono celular; luego, yo veo la hora en el mío –tiene cámara fotográfica, así ya logro ser algo en la sociedad–. Mientras toreo los coches trato de escribir un mensaje. Es inevitable que no nos adaptemos a la tecnología. Eso sí, toda la vida está archivada en el feisbuk, si desean saber de mí, allí me pueden encontrar aunque no tenga una cuenta. Sin embargo, por no adaptarme todavía a las redes sociales, me he perdido de muchos anuncios muy importantes.

Mientras tanto enviaré otra petición al gobierno del estado, he aquí mi lista:
-Un extintor color azul.
-Una chamarra antibalas (ya ven, por eso del frío).
-Un seguro para cada parte de mi cuerpo.
-Un paquete de lapiceras color negro (opcional).

Como ven, no es fácil ser una persona común y corriente: hay que adaptarse. Les envío un caluroso saludo. Honestamente: MarioNote.

lunes, 4 de octubre de 2010

No hay amigo que de bien no venga


Mi madre descansaba su cuerpo en la mecedora. No había dormido sus horas, no había dormido nada. Todo esto por aquella situación que la llevó, una tarde como la de aquel día, a descansar su cuerpo en la única mecedora de la casa.
            Aun así, se puso de pié y comenzó a cocinar. Me dejó la comida preparada mientras yo hacía mis tareas estudiantiles. Ella salió a la calle y me percaté de que le había hablado a una vecina:
            –¿Qué hace doña...?
            –Aquí resistiendo al calor –respondió la viejita.
            Yo sentí que a mi madre no le hacía falta tener que entablar una conversación con aquella viejita, porque sé que todo lo cuentan y si mi mamá le platicaba la situación por la que pasó y por la que tuvo que descansar en la mecedora, seguramente toda la calle lo sabría (nada grave).
            Pensar en eso me indignó... pero nunca me pasó por la mente hasta ahora, de que mi madre también tenía amigas. Tan desconsiderado fui, como todos llegamos a ser.
            Honestamente: MarioNote

jueves, 2 de septiembre de 2010

La soga también va en el cuello.

¿Hasta cuándo podremos decir que merecemos un "gracias"?
Antes aclaremos que el agradecimiento no se solicita ni se paga con ninguna otra acción que creamos que sea equivalente. Los favores allí están, sin dejar de tocar el voluntariado. Ser voluntario para realizar algo significa no esperar nada a cambio. Pero ¿qué sucede cuando el favor voluntario es malagradecido? ¿Acaso tenemos derecho de exigir un ínfimo "gracias"? Lo discutiremos después de la consecuente redacción.
El Sr. Villanueva se prepara un café con leche caliente. Su trabajo es mover las montañas de basura en el relleno sanitario de Tecomán. Para las nueve de la mañana inicia su ardua labor. Antes de que culmine el día, el Sr. Villanueva está de nuevo en su casa. Pero no descansa como debería, porque la huelga de sindicalizados de Tecomán que lleva más de dos años, le comienza a robar el pensamiento. 

Al día siguiente antes de irse a trabajar prepara todo lo que puede: una taza de café con leche caliente. Al salir se encuentra a su vecina en un estado de intranquilidad femenina. 

-¿Qué sucede?
-Mi bolso don Jorge, mi bolso se fue a la basura -afirma la señora sollozando.


Para ese instante, la señora rebusca los contenedores de basura.

-¿Cuándo? -pregunta el Sr. Villanueva.
-Ayer en la noche, estoy segura que accidentalmente mi bolso se fue entre la basura...
-Íjole doña Cleme, ayer por la noche pasó el camión recolector. Ahora mismo su bolso debe estar entre toda la basura del relleno sanitario. Pero dígame ¿qué traía su bolso?
-Traía... ¡tres mil pesos! -clamó la mujer -. ¡No puede ser!

Ante aquel lamento, el Sr. Villanueva se conmueve.

-Mire doña Cleme, yo sé qué se siente no tener dinero. Trataré de buscar su bolso entre la basura que yo remueva.
-¡Gracias don Jorge! Si usted encuentra el bolso le regalaré dinero.

Sin más, el Sr. Villanueva culminó su trabajo como todos los días, pero la noche lo sorprendió buscando el bolso de la señora. Removió basura con sus manos, escudriñó toda la basura de palmo a palmo. En verdad que era un acto sobrehumano estar hasta altas horas de la noche buscando infatigablemente. Hasta que encontró el susodicho bolso de mujer con todo el dinero. Regresó a su casa, se bañó, miró a su hija subirse a un caballito de madera, y una sonrisa se dibujó en el rostro: entregaría el bolso esa misma noche. Compraría el gas la mañana siguiente.

Lo que el Sr. Villanueva dijo esa noche antes de dormir fue:

-Me hubieran dado aunque sea 50 pesos para la soga. Y luego ahorcarme.

Efectivamente, la señora Cleme ni siquiera se tomó el tiempo de decirle "gracias". No le dio dinero, ni nada. Después de todo no hubo dinero, por dinero recuperado. Ya bien amanecido Tecomán, el Sr. Villanueva toma su taza de café frío. Se dirige a su trabajo.

¿Merecerá un gracias el Sr. Villanueva? ¿O simplemente debería olvidarlo todo?
Usted diga, lector.

Honestamente: MarioNote

domingo, 29 de agosto de 2010

Ya no es la misma gata


Reflexión sobre la falta de valores en la actualidad


Es contundente: la sociedad ha cambiado bastante. Para bien o para mal, las reformas se suscitan como necesidades del ser humano que deben ser satisfechas al momento. De esa misma manera se cierne sobre el mundo la violencia, la discriminación, el terrorismo, etcétera; así como el menester de reconstruir lo que nunca jamás ha existido: la paz mundial. Vemos pues, que el problema es entre y sobre las naciones, pero muy difícilmente aceptamos que formamos parte del escollo, es decir, de la Nación. No percibimos además, que todo se produce gracias al sentimiento en común de una sociedad, pero más específicamente, de un individuo. Pasemos entonces al hito de la situación, sin duda alguna, el ser humano y sus míseros valores.
            No voy a ocultarle ni a negarle mi lector efímero, que mucho se ha debatido sobre los valores, pero que poco de la verdad actual se ha oreado. La verdad actual de los valores es mucho más cruel, o para ser más exactos, ya ni siquiera hay respeto por nosotros mismos. Pero primero entendamos qué es un valor. María Candelaria Cruz nos dice: “Llamamos valores a todo aquello que enriquece a una persona y contribuye a que sea cada vez mejor”1 Ahora bien, esta definición es tácita pero de igual manera, tiene cualidad de inútil en nosotros. Hoy en día no se pueden decir cosas buenas de nosotros, y si lo dicen es de manera finita porque somos meramente volátiles, y por lo tanto generamos desconfianza: un día queremos ser algo y otros días queremos no serlo. Entonces ¿dónde quedó la perseverancia? No somos asiduos a nuestra personalidad, a nuestro semblante o a como nos comportamos ordinariamente, puesto que lo descomunal de nosotros es aquello que ocultamos para no asustar a los demás. Susodicho es el caso del enojo. Yo recuerdo que cuando alguien me ve enojado me dice “tú eres otro”.
            Si retrocedemos el tiempo, apenas al siglo pasado, veremos que antes sí se respetaba a los mayores, que los niños no se metían en conversaciones ajenas, y que sobre todo existía esa línea de respeto. Hasta aquí, el sentido de valor tenía sentido. Podemos rescatar algo que dice María Candelaria Cruz sobre los valores: “son guías de conducta.” Como dije, la sociedad ha cambiado, pero decir que los valores son guías de conducta no ha trasmutado con el tiempo, siguen lo valores ahí, casi intactos por todos y conocidos por pocos. Sólo aquellos que los ponen en práctica saben de qué trata el amor, el respeto, la tolerancia, la amabilidad, etc.
Confucio dijo: “El que arroja lodo, pierde tierra.” En sentido práctico, sólo se puede dar lo que se tiene. Si no vivimos con valores cómo sabremos regular nuestra conducta.
Hablaba ya sobre el siglo pasado, pero aún no menciono que los valores tenían dos filos. En el tercio de cuarto del siglo XX todavía sólo al hombre se le respetaba, se les pegaba a los niños entrometidos, y esa línea de respeto que existía era una ingrata desventaja para la mujer. Por eso debo admirar también nuestra personalidad volátil, que hizo corromper la desigualdad y que logró que los niños tuvieran la libertad que su desarrollo necesita. Pam Schiller junto con Tamera Bryant nos dan un ejemplo de ello: “La mayoría de nosotros creció con padres que respetaban al presidente (…) sólo por su posición social. Esto no es una verdad hoy en día.”2 De esta manera, en la actualidad a la gente se le puede respetar por el simple hecho de ser persona, pues como persona vale. Todos tenemos el mismo valor, o por lo menos eso se quiere lograr, puesto que ya no hay moral, ni cariño, ni casi nada que se le parezca. Quizá esté exagerando, pero generalmente así es. Ya no podemos apreciar el cariño de manera escueta, sino vemos cómo todo sentimiento necesita un artificio. Ahora el respeto se gana, ya no se merece.
Hace muchos años ganamos nuestra libertad, en muchos sentidos. Pero la libertad individual se ha desbordado desgraciadamente. ¿Ahora qué esperamos de los niños que aprenden de valores mal definidos? ¿de aquellos niños que ya no respetan a los mayores? Por mi cuenta, no me tocó vivir cuando las personas tenían por lo menos una jerarquía de valores de doble filo –y no muchos filos como ahora–, cuando el mundo era un poquito más humano –a nivel particular, por lo menos–, y cuando las fotografías eran a blanco y negro. Por eso digo que ahora ya no es la misma gata.
Hoestamente: MarioNote
BIBLIOGRAFÍA: 1 CANDELARIA, María. (2006). “Taller de actitudes y valores para jóvenes de todas las edades”. Libris Editores. || 2 SCHILLER, Pam. (2001). “Cómo enseñar valores a los niños”. Pax México.

domingo, 8 de agosto de 2010

La Constitución de la Des Culturización (Parte II)

Es flagrante la manera fugaz en que la cultura es víctima de cambios. Tal hecho amerita una segunda parte de la constitución de los des-culturizados. Acaso usted estimado lector, ¿coexiste con alguna de estas afirmaciones que presento? Personalmente reservaré mi respuesta hasta cuando usted y yo nos encontremos frente a frente –y claro, si es que lo pregunta–.

 

Mi fin último es dar a conocer lo que podemos evitar para no estancarnos en la imperante des culturización. Sin más rodeos, he aquí nuevos aforismos:

Que cuando te despidas de alguien digas “bye” en lugar de un “adiós” o un “hasta luego”:
Bueno, sería una utopía que todos entendamos realmente de que somos hispanohablantes y que por consecuente deberíamos de agrandar nuestro lenguaje y no reducirlo en palabras inglesas. Aconsejo que se diga “abur” que en el diccionario español significa “adiós”.


Que si no perteneces a una red social por el ciberespacio, estarás fuera de todo lo que acontece:
Ineludiblemente somos una sociedad que requiere comunicación al minuto. Estas redes atrapan al usuario y lo condicionan a ser dependiente de un mundo virtual en donde persiste un reposo mental atiborrado de información efímera y pesares que nunca debían ser más que comentadas personalmente. Es decir si te sientes mal ya no habrá quién te abrace sino quién teclee un “abrazZo”.


Que las historias de vampiros tienen más revuelo ahora que antes:
A todo lugar que voy observo libros, películas, revistas, series en la televisión acerca de vampiros. Ya no es divertido imaginarse que uno mismo es un vampiro, porque todas las historias han sido exprimidas y explotadas en éste género.


Que la mejor manera para demostrar que tenemos cultura es vestirnos como nuestros antepasados:
Sí, como no; cuando en realidad discriminamos a los indígenas.


Que las personas te señalen malamente por tu benevolencia altruista:
Así es, porque ya existen pocos que ayudan a los demás sin ninguna esperanza de recibir algo a cambio. Y si tú eres una de estas personas, te felicito e ignora lo que digan los demás.


Que comprar banderas mexicanas es lo mejor, sin importar que vengan de China:
Es grave, puesto que debemos de impulsar la producción mexicana, pero creo que lo primero que te ofrecen es lo extranjero, ¡qué le vamos hacer!


Que tirar basura por la ventanilla del automóvil es más fácil cuando nos aguantamos el “cochino” que dirán de nosotros:
Es insoportable presenciarlo cuando eres tú la víctima, pues recuerdo que en un autobús una señora comía cacahuates, y las cáscaras insoportablemente las arrojaba por la ventana, pero todas me caían en la cabeza. Seamos limpios y educados.


Buena suerte mis lectores.
 Honestamente: MarioNote

sábado, 24 de julio de 2010

Me rasco con las dos manos

(En un lugar sobre lo terrenal)

  Leox: Sí, buenas noches ¿Hay alguien aquí? Soy a quien lo invitaron a la diatriba. (Se aprecia una leve exclamación)
  Leve exclamación: Pase y límpiece los pies por favor, al entrar verá una silla; siéntece allí y póngase cómodo.
(Leox entra con sutileza, se limpia los pies y se pone cómodo)
  Leox: Le importaría decirme con quién tengo el gusto.
  Leve exclamación: Soy el queso abominable.
  Leox: Me lo esperaba, ningún otro derivado de lácteo podría haberme hecho tan súbita invitación después de lo ocurrido en el 68. No dudes queso, todavía recuerdo tu fatal acción; Aunque me parece honorable tu invitación. ¡Habla queso!
  Queso abominable: Quiero poner a prueba tu percepción sobre tu mundo.
  Leox: Nuestro mundo.
  Queso abominable: Tuyo, mío, nuestro; vaya me parece una excelente apreciación de tu parte, una expresión posesiva para tomar mi libertad. Es nuestro, qué no
  Leox: Vamos queso, que no se te suba el suero; eso no fue lo que quise expresar sino, dar a entender que es aquí donde vivimos y es nuestro único hogar. ¡Único!
  Queso abominable: Ja ja (risa malévola) ¿Ahora tú eres el metafórico? Déjate de sandeces, qué ideas las tuyas de queres ayudar; eres tan superfluo y mira que te lo dice un queso.
  Leox: Lo trivial está de más, todos somos triviales por nuestra propia existencia, sin embargo la acción hace la diferencia. En lo mínimo la conciencia sobre la mano.
  Queso abominable: Explícate, no me vengas con retórica.
  Leox: Hablo de pequeñas acciones. Nosotros las personas tenemos la capacidad para rascarnos la nariz, pero no la suficiente inteligencia para diferenciar entre tirar "la basura" en un bote o en nuestra tina de baño, sólo abrimos la mano con ineptitud y cerramos los ojos ante la realidad. Mi orangután es más pulcro que nosotros y eso que se rasca el trasero con ambas manos antes de comer.
  Queso abominable: Mencionaste inteligencia, ¿Qué no halábamos sobre cultura?
  Leox: ¿Cultura? Mi exitencialidad quisiera que así fuera. Dime, te invito a que barras tu casa para que se vea mejor ¿Qué flojera no? Y ¿ Si te pago? Nada tonto ¿Verdad? Con dinero baila el tejón y ahora ¿Tú me quieres hablar sobre inteligencia y cultura? No me vengas con patrañas que una panela sabe mejor que tú. La humanidad sabe lo que debe de hacer; somos concientes de nuestros actos.
  Queso abominable: Vaya vocabulario el tuyo, a leguas se ve que no te educaron con cultura.

Se preguntará usted de dónde surgieron las convencionales letras anteriores.

Lugar: Armería. Dentro de una camioneta en el asiento de atrás.

Inédito: (Apunto de tirara un vaso desechable por la ventana de la camioneta)
oh! Hey Joel ya no estás en ese grupo ecológico ¿verdad? Ya no te enojas si tiro el vaso.
Joel: (Estupefacto)

Omitiré la respuesta que di por respeto al público cuerdo. Ahora si me disculpan iré a prepararme una quesadilla.
Con su permiso.


Leox
 

jueves, 24 de junio de 2010

De esa miel no beberé


Preludio:
Es oportuno mencionar que es la vez primera que anexo a un escrito ordinario el contraste del mismo. En pocas palabras, son mis ideas arcaicas contra mis reformas actuales.

Un sábado cualquiera, me desperté con una gran melena sobre mi cabeza. Así que era evidente que debía recortar mi cabello. Era yo en ese entonces, un efebo solitario caminando hacia una peluquería.

Llegué al lugar y las dos únicas peluqueras estaban ocupadas: la primera purgaba los pies de una señora mayor, y la segunda cortaba el cabello de un pequeño niño. Sin decir nada, esperaría a la segunda mujer, una gran peluquera, fundadora del pequeño negocio.

Bien, me senté en un sillón cuando noté que mi peluquera platicaba jovialmente con el niño:

            –Quisiera ser una abeja –dijo el infante.

–¿Por qué quieres ser una abeja? –le preguntó la mujer mientras le pasaba las tijeras por debajo de sus pequeñas orejas.

Yo, apenas escuchado esto, me vi en medio de una penosa conversación sin sentido; supuse que sólo eran cosas de niños.  

            –Dime ¿por qué quieres ser una abeja? –inquirió la peluquera.
           
El niño como mirándose tan absorto –que a su edad sería genuino– dijo sin mucho alarde:

            –Porque quiero probar la miel… nunca la he probado.

La peluquera siguió conversando con el niño, y yo sólo conseguí cavilar sobre lo que el pequeño niño había dicho. Es posible que alguien me confiese: “MarioNote te sorprendes tan fácil”. Admito que es verdad, pues no muy fácilmente encuentro a un niño con extraordinaria percepción de vida casi innata.

Aquella vez, ahora que lo pienso, fue como si hubiera sido colocado en esa peluquería para filosofar de lo que escucharía. Y como creo que soy el único ser que recuerda el momento, lo plasmo en esta redacción para que persista en el tiempo; por lo tanto es oportuno que yo recite con mis propios pensamientos la susodicha filosofía de la miel, la cual estoy seguro de que no cambiará de la perspectiva del lector, ya que es válida cualquier semejanza con cualquier otra filosofía…

Ideología de la miel:

“Si queremos probar la miel nunca gozada, deberíamos ser dignos de llegar hasta a ella. Deberíamos ser una abeja, solamente así lograremos reposarnos sobre los pistilos de las flores.”

Muy bien mi Lector Efímero, anteriormente ya expresé mis ideas acerca de lo que pensé inmediatamente después de mi encuentro con aquel diálogo emergido entre la peluquera y el escuincle. Presento a continuación lo que pienso hoy en día acerca del susodicho diálogo de la miel:

¿Quién había sido aquel niño? ¿Un filósofo? Tantas moralejas podemos desdeñar de aquel deseo pueril: el hecho de ser una abeja para probar la miel. Así es como funcionamos los seres racionales. Tenemos que ser algo en específico para poder probar de lo mismo; pero el niño algún día sabrá que todos somos tan volátiles que no podemos dedicarnos a una sola vocación dentro del ámbito cotidiano. Es decir, si soy una abeja para llegar a la miel, me cansaré de probarla todo el tiempo: el infante debería saber por Dios, y no escucharlo de mí, que éste es uno de los malditos defectos del hombre. Por eso mismo tenemos una cultura efímera, que persiste en el tiempo, lo mismo que lo que dura el polvo en el aire y sobre un mismo lugar.

Conclusión:
Por la simple razón de ser un ser humano, el niño está sentenciado a probar la miel y a enfadarse.

Reflexión:
Las abejas en la naturaleza tienen su función, incluso las flores en donde arriban estos insectos tienen una función perpetua. Y no se cansan, tienen un sentido de vida bien definida. Pero el hombre aún no sabe a qué vino al mundo. Mas sabemos de antemano que se vino a consumir y a defecar toda la vida. Dispense usted mi lector que diga esto con objetiva crueldad, y lo exhorto a que no tome esto como pesimismo, en cambio, es una crítica constructiva. Además veo que el hombre ha sido muy reconocido por sus benignas acciones, así que ya es hora de aplaudirle su maligna cualidad (sarcasmo).

Honestamente: MarioNote

sábado, 8 de mayo de 2010

Yo ni gel uso





Una invitación fue la que recibí, tenía que viajar en el transporte público durante al menos 15 minutos para después seguir un pequeño tramo a pie. Cuando evalué mi aspecto como pulcro, comencé a caminar hacia la parada-lugar donde se toman los camiones, aclarando-

En mi transcurso sólo iba pensando en mi existencial posición, por lo que mi entorno en contexto fue superfluo, de pronto mi pensamiento cayó de bruces por la intervención de un compatriota; él me dijo que venía, si mi recuerdo no me deja quedar mal de Nayarit, y que se había quedado dormido en el camión pasándose de su lugar de destino (cosa que yo también he experimentado)

Me contó su situación y de buena fe me pidió que si mi voluntad alcanzaba, le diera una "coperacha", (como él dijo) mas no quedó sólo en términos de estirar la mano y huir, sino que ofreció venderme un gel nuevo en diez pesos; su acción me pareció refinada y trascendente así que le di 15 pesos. 

Porque si tu esfuerzo y entereza te alcanza para no sólo estirar la mano y ofrecer una enajenación simple, (un cambio nada más) debes de saber que nosotros te ayudaríamos sin que esta condición se cumpla, pero tu esfuerzo será recíproco. Que todo sea digno del valor por donde mi vista cruce, esperando que mi acto altruista no sea digno de alago sino que de buen modo tú lo recibas. 

Todos como personas.

Leox


martes, 4 de mayo de 2010

La constitución de la des culturización (Parte I)


Como veo que el mundo se acelera, presiento que olvidamos llevar en la maleta nuestra cultura. A continuación una pequeña lista de afirmaciones que volverían loco a los filósofos griegos.

 

¡Oye! ¡Ya despierta! La sociedad te trae nuevas reformas:

 

Que el ensayo será la redacción del futuro:

Es posible, ahora todos se creen portadores de ideas nuevas; cuando el primer tema que les viene a la mente es “el aborto” o “la sexualidad.” Pero los hay peores: aquéllos que creen que hablar del “amor” será trascendental, mas terminan profiriendo una farfullada como: nunca nadie sabrá definir lo que es el amor.

 

Que la próxima vez que leamos un libro será por internet:

Bueno, al menos no mancharemos las páginas con residuos de comida.

 

Que el licor se toma como a la mujer: poco a poco.

Y si nunca he tomado alcohol ¿puedo notar la similitud?

 

Que serán criticadas las personas que inicien sus oraciones con un “fundamentalmente” o “básicamente”:

Esto sólo tiene validez cuando contestamos con una ínfima arrogancia, por no decir que “nos agarran en la movida”.

           

Que la próxima guerra será por agua:

Sí hay mucha agua, pero salada. Mi gente no quiere entender, así que me volveré indigente la próxima semana.

 

Que todo mundo puede escribir un libro:

Sí, sólo necesitas dinero y un tema muy trillado.

 

Que quién lo diría, ¡se acaban las mujeres!:

Lástima, en muchos casos, es sólo un sesgo al Snob de ser lesbiana.

 

Que leer un libro con un título que sea: ¿Cómo conquistar (…)? Ó ¿Por qué aman a los cabron@s? nos hace ver con más cultura:

Está bien, nunca creí que habría libros que con sólo tenerlos describirían nuestras intenciones; sin duda me volveré indigente la próxima semana.

 

Honestamente: MarioNote

 

Nota: si tú mi lector efímero tienes otra reforma qué compartir, exprésalas en este espacio. Tus ideas son importantes.

lunes, 5 de abril de 2010

Que llamen a los bomberos...


Tomaba té. Encontré un canal televisivo que trasmite sólo noticias; al menos eso creía hasta que apareció en la pantalla una refinada silueta amordazada bajo un vestido de licra azul, o eso interpretaron mis ojos cuando miré por vez primera a una dama que informara tan bien el tiempo climático de nuestro país.

Y observando aquella fisonomía femenina me llegó un horrible pensamiento… Además de mí ¿quién la ve al mismo tiempo? Entonces me solapé sobre mi taburete y perdí para ese entonces el sabor de mi té con ajo.

Mis entrañas se retorcieron al imaginarme que un millón de personas la miraban lascivamente. Mis ojos al menos, no habían corrompido esa línea de respeto. Pero ¿a quién le importaba? Estaba solo.

Pronto me vi cavilando sin ponerle atención al televisor:

<<¿Hasta dónde puede llegar una mirada?>>

Bien, que te miren significa algo: que le gustas, que se interesa por ti, que se conocen, que tienes algo en la cabeza… etc. Pero ¿puede llegarte a incomodar una mirada de más de un millón?

La muchacha de modelada figura era observada por más de un millón, y aún así no mostraba ningún síntoma de nerviosismo, quizá porque ella solamente miraba la lente de la cámara; ni me miraba a mí, ni a nadie más.

–Carajo –me dije–, y uno aquí poniéndole atención para nada.

Pues aún no recuerdo qué pronosticó para esta semana, maldición, deberían de grabarle sólo sus manos y darle tiempo después para que modele de cuerpo completo. Esto me hace recordar que en “Estados (Des)Unidos” se trasmitía un noticiero en el cual los conductores se despojaban de sus prendas conforme otorgaban las noticias; no quiero pensar qué sucedía cuando la dama del clima pronosticaba calor, ¿cómo ve usted mi LC (Lector efímero)?

Honestamente: MarioNote