miércoles, 24 de marzo de 2010

Hijo, estás comiendo moscas


Estamos a 26 grados centígrados o si lo prefieren a 78.8 Fahrenheit, un clima apacible y relajante. Son las 9:22 de la noche o si lo prefieren las 21:22. Me encuentro solo en una cómoda noche, sentado en una silla de madera, frente a la computadora, con una sabrosa taza de atole y un silencio menguante. Estoy en una situación que muchas personas con un toque de incredulidad me podrían decir. "Cabrón no estás haciendo nada."

En un silogismo repentino de astucia, muchas personas darían la veracidad a lo que entre comillas escribí. Aquí es la parte donde poniendo un pretexto me excuso de la situación, me preguntarán ahora, cuál es mi argumento. Pues lo que hago es cultura, quizá no de la manera adecuada ni trascendente pero si de la manera realista.


Es un punto que medité fugazmente, mientras me decidía sobre qué hablaría en lo que escribiría para el presente blog. Me vino a la mente de manera súbita la promoción de la lectura, algo que es imperdonable no "escribir" para su posterior análisis. Lo anterior lo puse entre comillas porque es así como me excuso de "Estar haciéndome wey".


Escribir, es lo que estoy haciendo, qué sería de la lectura y del mundo si las personas no tuvieran la cultura de escribir, de expresar sus ideas mediante esta sencilla forma de comunicación, trascendencia y desahogo. Asigno estos tres adjetivos porque es de las maneras más eficaces de hacer publicidad, de trascender y claro como no todo es de carácter público puede ser usado sólo para desahogo y satisfacción personal.


Cultura efímera te invita a que tomes la pluma y que existas pintando tus propias letras. Ve hasta donde tu imaginación, sentimiento y expresión te deje hacerlo.


Escribe.






Leox

viernes, 12 de marzo de 2010

Sonrisa bailarina


Hace poco –un día, para ser exacto–, presencié un ballet folklórico de Eslovaquia. El nombre del ballet no lo recuero porque es meramente extranjero, por lo tanto me parece no muy fácil evocarlo. Inicia con G; eso sí.

Primeramente, salieron al escenario los músicos, luego unas bellas damas que danzaban en el aire, con piernas de azúcar y miel; un cutis amarillo y esa mirada de nobleza y candidez.

A continuación unos muchachos güeros y con ojos de color, se presentaron de manera original, según decía su guión. Pero que los muchachos “caretones” aparecieran, provocó desaires entre toda la comunidad femenina.

Bueno, mientras el barullo se hacía cada vez más pasional noté algo sobre aquel ballet eslovaco que me haría sentir como un niño recordando que ha perdido un juguete el cual no le pudieron obsequiar. Lo expreso así porque aquellas personas sobre el escenario sonreían en todo momento. Entonces recuerdo cuando mi ex-profesor de danza dijo un secreto:
–Cuando bailen, tengan siempre una sonrisa dibujada. A veces, en un concurso se califica más la expresión, que los pasos más marcados sobre el piso.

Entonces decía que mostráramos una alegría, que el nerviosismo de una primera vez sobre el escenario, o una de aquellas ocasiones con diferente público. Rememoré esto, como un niño. No cabe la más ínfima duda de que aquel ballet folklórico eslovaco demostró aquella teoría grandiosa de mi ex-profesor de danza. Para ese entonces, era tres años más efebo.

Concluyo: Eslovaquia nos muestra un fragmento de su cultura; una danza impetuosa digna de reconocerse… no por sus bailarines, sino por la manipulación de su baile.

Honestamente, y después de tanto: MarioNote

miércoles, 3 de marzo de 2010

Quiero mi cocol

















El tiempo siempre será un juez implacable, ahora sólo me toca suspirar.

Ya recuerdo aquella vez cuando la brisa elevaba mis anhelos de vivir, yo apenas tenía 8 años así que nada me preocupaba, mi vida era un simple juego y mi mundo era egocéntrico; lo era en el sentido que mi percepción tenía una longitud delimitada sobre mi propio entorno. Yo era niño y sólo quería divertirme. Como nadie me obligaba a ser constante, solamente fui descubriendo cosas nuevas abandonando las pasadas, para mi una quimera, pero quisiera ser adulto, ellos se divierten más. El tiempo pasó.

14 años, ya dejé todos esos juegos que me alentaban a ser libre, lo de ahora son las chavas, creo que ella me gusta, se lo diré, pero tengo que parecerle atractivo, además de mantener el respeto de mis demás compañeros. Oh rayos hablan sobre un programa de televisión que no he visto, debo verlo pero al rato tengo partido. Me sigo dedicando a mi mismo, pero lo hago con la finalidad que lo que logre se vea reflejado en cómo me veo.

25 años, ya no me siento un niño, rayos mañana trabajo, pero está bien, obtendré dinero para comprarme más cosas e ir con mis amigos a dar el rol en la noche. Mi enfoque no cambia.

60 años, veré que hay en la tele. Ya estoy viejo para otras actividades, quisiera ser niño otra vez. Acto altruista.

80 años, ¿Mande?

Un mismo inicio, un mismo final. pero diferente transcurso.

No desaproveches tu vida.

Hoy dejé mi vida de lado,

Leox