Tal parece que lo más sencillo es lo más
difícil de discernir a la hora de explicar; un ejemplo de ello es el lenguaje. ¿Qué es el
lenguaje? El término es acuñado interdisciplinariamente, aunque de todas las
concepciones puede haber una concreción. Tengámoslo aquí como ‘la capacidad que
tiene el ser humano para comunicarse’; agreguemos a la noción de que hay
distintos tipos de lenguajes: la danza, la pintura, la música, etc. Cada
lenguaje tiene un fin muy claro: comunicar.
Buen ejemplo con Magritte |
La comunicación es el
intercambio de mensajes en donde hay un juego de papeles sobre quién, en
determinado momento, es el emisor y quién el receptor. Para que se logre la
comunicación, elementalmente necesitamos un medio para trasmitir el mensaje (ya
sea la carta, la voz o el baile), así como un código (un alfabeto o los
movimientos corporales) para construirlo. La comunicación sólo existe cuando
emisor y receptor comparten el mismo código y mismo lenguaje. Si hay
malinterpretaciones del mensaje, consideraremos que la comunicación está
truncada o que simplemente no existe.
Ya hemos definido de
manera sucinta dos conceptos que parecían un enigma. Entonces, ¿qué es la
lengua?, y ¿qué demonios es el habla? Nada es la misma cosa, sin embargo sí contienen
la misma raigambre: intervienen en el proceso de la comunicación. Aquí
tendremos a la lengua como ese código específico de cada civilización para
poder cifrar un menaje, es decir, convertir el pensamiento en palabras. Muchas
lenguas tienen alfabeto. En cuanto al habla, es sobre todo una acción
individual pues se trata del toque personal que uno le da a la lengua: de allí
que se diga «El habla de esa persona es
adecuada».
Hablar de una lengua en
específica, es hablar de toda una cultura. Si uno quiere comprender al ser
humano en cuanto a su capacidad de expresión, debemos empezar por sus primeros
intentos de comunicación, las más primitivas que fueron génesis de todos los
procesos lingüísticos. Se trata, además, de un asunto antropológico ya que las
acciones surgen de una necesidad; piénselo: ¿de qué le sirve poder comunicar
sus pensamientos? Y en esas respuestas coincidiremos en que es imprescindible
la comunicación, y así precisamente sabremos más de las personas. “Habla para
que te conozca” diría Sócrates, porque dice mucho de nosotros cómo hablamos y de
qué cosas hablamos. Quieres conocer a alguien, habla con ella. Recordemos, no
sólo importa saber decir los mensajes, sino también escuchar… Por allí hay una
buena reflexión: «Fuimos creados con dos orejas y una boca, para escuchar el doble
de lo que se habla».
Hasta este momento ha
sido un bosquejo rápido acerca del lenguaje; ahora quiero hacer notar: no sólo
el ser humano tiene lenguaje, es decir, la capacidad de comunicarse, sino todos
los seres vivos cifran uno también; por ejemplo, determinados animales se
comunican por medio del lenguaje auditivo. Sin embargo, es el humano quien
puede ir más allá del instinto animal, y hacer del lenguaje una herramienta
fundamental de la civilización, hasta convertirla en el arma más poderosa (y no
es por exagerar). Y es que todo ha ocurrido por buenos o malos entendidos, como
la injusta conquista de América: fue el encuentro de dos culturas lejanas entre
sí, desconocidas, con lenguas distintas y sobre todo un lenguaje conformado de
cosmovisiones ajenas entre sí. Como dijimos, el lenguaje representa el peso total de
una cultura.
Y bien, estamos hechos
para pensar, sobrevivir, convivir, etc., aunque también somos unas máquinas
monstruosas: dañamos verbalmente, mentimos, corrompemos a las personas con
nuestros lenguajes inadecuados… A veces somos tan inhumanos que vale la pena
reflexionar sobre cómo utilizamos el lenguaje, porque no vaya a ser que el pez por
su propia boca muera.
Honestamente:
Marionote Valencia.