En ciertos episodios de la vida
cotidiana es conveniente dejar que persista la ilusión y, por consecuente, la
fantasía. Hace poco me preguntaron que si era malo vivir en una ilusión y una
fantasía; para ello, primero me propuse reflexionar sobre esas dos sensaciones
que parecen ser las mismas, señalar de cada una sus cualidades. Tales
derivaciones las contemplo para otra ocasión, otra redacción. Por ahora, mi
proposición: ciertos momentos de la vida deberían quedarse en la memoria como
hermosas perlas del pasado, difíciles de causarte daño.
Los momentos a los que me refiero son meras
situaciones de la vida cotidiana que, precisamente, trasgreden la
cotidianeidad; en decir, incidentes que advierten tus sensores, te emocionan, activan
tus sentimientos, y todo termina en una sonrisa nostálgica: en un “hubiera”
después de todo.
Hay
diversos ejemplos que podríamos sacarlos de tu vida o de la mía. Sólo piensa en
alguno, recuerda acciones, avistamientos, olores quizá, y pronto sentirás cómo
no se te antoja un “hubiera”. Pero somos civilizados, y preferimos, muy en el fondo, que todo termine así, ya que la
ilusión (porque todo desde muy lejos y muy cerca parece irreal) te pide permanecer
en su sitio.
Imagínate que pudieras
continuar con el curso ilusorio de aquel momento genial: ya sea la visita a algún
lugar, el conocer a ciertas personas, el enamoramiento fugaz, sutil y sincero
(no se confunda con amorío); ¿ya lo imaginaste? Pues bien, eso que ambicionas
es pura fantasía: no ha sucedido, mucho menos sucederá. El tiempo se ha
detenido y no es necesario que vuelvas a él para corromperlo; piénsalo así: lo
que tienes en la mano es un papel muy delicado, el cual tocas con las manos
sucias, si lo usas, con el tiempo lo volverás feo y sucio.
Deja que la ilusión de
vez en cuando te renueve energías, evita desnudar las cosas antes de tiempo. De
hecho, nunca sabes que algo se convertirá en una ilusión hasta que los sucesos
pasan. Generalmente este tipo de momentos no vuelven a repetirse, al menos no
en las mismas condiciones. Recuerda siempre que cada segundo te predispone un
desarrollo natural y que, como el filósofo, cuida tu presente pues serán tu
pasado y tu futuro.
No creas que abogo por
que lances el ancla a tu pasado, que te envuelvas en nostalgia para siempre.
Nada de eso. Las pertinentes pulsiones del recuerdo llegan a ti de modo
natural, ya porque algo te evoca aquello, ya porque tu seguridad busca en la
memoria razones para evitar echar raíces en tierras infaustas.
Por último, y no por eso menos importante, este tipo
de recuerdos son muy personales, que se sostienen sólo de la experiencia; conforme
más pasa el tiempo, se vuelven más íntimos, hasta que se impregnan como tatuaje
de hena, es decir, pueden borrarse gradualmente. Cuando puedes hablar de esas
ilusiones ya has comprendido ciertos engranes de la vida, entiendes y dejas el “hubiera”
para las fantasías. Afirmemos algo: Las cosas se dieron como tuvieron que darse, recuerda: lo bueno es
siempre lo que permanece. Saludos y buena suerte mi lector efímero.
Honestamente:
Marionote Valencia
De todas tus redacciones, esta es la que mas me gusto.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, esperemos que las siguientes redacciones sean de igual interés para ti. De hecho, puedes proponer algún tema y si se puede, pues desarrollarlo aquí.
ResponderEliminarSaludos.
No es sencillo que un texto haga surgir una sonrisa... Ya sea una sonrisa causada por felicidad, por estar de acuerdo con todo lo que se dice, o en este caso, por los recuerdos personales que hace surgir.
ResponderEliminarHay memorias que aunque hayan tenido un término no muy agradable, siempre serán recordadas con cariño. Y que tuvieron tanto de positivo, que anulan lo negativo...
Disfruté mucho esta redacción.
Creo que las memorias son fragmentos de un gran recuerdo que se llama vida. Me parece que una memoria te lleva a otros recuerdos que no tuvieron, quizá, la misma suerte.
EliminarMe parece que si hoy te sientes excelente, no creo que nada de tu pasado haya sido en vano para que puedas estar ahora con esta grandeza de reflexión.
Saludos.
Honestamente: Marionote Valencia.