por
Mario Note Valencia
En las descripciones de
la personalidad encuentro sospechoso el atributo de que la armonía de la
experiencia cotidiana consiste en aceptar las virtudes y, sobre todo, los
defectos. Sin embargo, ya de por sí “los defectos” hacen que mi bolígrafo
tremole sin decidirse la profundidad con que se inyecta la tinta en el papel,
porque sinceramente no se tiene control sobre esa palabra: defecto, no se le invoca todavía con propiedad, con pertenencia.
Antes de avanzar, ¿en
qué consiste un defecto? Defecto
etimológicamente significa una “desaparición, falta o ausencia”. La raigambre
de esta palabra no tiene la connotación viciada como la que tenemos en nuestros
días, por ejemplo, de que tener un defecto en la personalidad es visto como una
mala cualidad. Tomaremos esta connotación para ver si haciendo crítica se da la
pauta de hacer más potable el lenguaje que utilizamos.
Decir “Te amo con tus
defectos y virtudes” es decir que me empalago con tus excusas, al mismo tiempo
que hago evidente mi pobre discernimiento de lo que hablo. Decir “Te amo con
tus defectos” es hacer expreso tu inconsistencia adecuada de perfomance en el
mundo. Es amarte con tus desatenciones e ínfima estima sobre ti mismo, es
amarte con tus formas descuidadas de ser persona. Tu personalidad reprocha y
esconde la mano con la que arroja la piedra.
Una deconstrucción de estas
frases amadoras sería principiada por: ¿qué es el amor?, ¿qué significa que me
ames?, ¿qué es un defecto y cuáles son los míos?, ¿qué son las virtudes y
cuáles…? Este curioso proceder de cuestionarnos las cosas desde sus más íntimas
partículas tiene un objetivo epistemológico, es decir, que desemboca en un
conocimiento vital. Aunque estoy seguro de que no cualquiera entra al coliseo,
así como no cualquiera sabe pelear con sentido.
¿Cuáles son los riesgos?
Empezar por cuestionarnos si estamos haciendo inadecuado uso de la palabra “defecto”,
puede ponernos en un malestar cultural. Si estamos acostumbrados a decir “Te
acepto con tus defectos” o “Estoy consciente de cuáles son mis defectos” deberíamos
empezar por comprender que más allá de
una costumbre se trata de un prejuicio. Entiendo que nuestra vida cotidiana, en la que estamos
inmiscuidos, escuchemos que se mida en estos pobres parámetros: virtudes y
defectos. Ante esta situación, no permitamos por ningún motivo caer y
reproducir este juego que no dignifica a nadie. Si en una institución
(religiosa o gubernamental, o un híbrido infausto de ambas) le piden que
declare cuáles son sus defectos, por favor mantenga la calma y no corra, no
empuje, no grite sus creencias, porque es una trampa.
Ejemplo de discurso muy común al respecto. |
Qué sencillo sería que
después de este diálogo usted diga que nos hemos entendido y al terminar de
leer considerara que su mayor defecto es “No saber leer”. Le aconsejo que
deconstruya su supuesto defecto y comprenda que muchas veces la incomprensión
lectora sucede por distinguidas variables: a) el texto es ininteligible, b)
estaba distraído, c) su estado de reflexión no alcanza el estímulo para el
diálogo, d) etcétera, etcétera…
Dejemos claro algo:
quien deje de juzgar los defectos y las virtudes de sí mismo y de los demás,
podrá quitarse de una tarea inútil, descansar de lo que humanamente no le
corresponde. No sé si el hecho de descansar de tareas inútiles sea suficiente estímulo
para que de una vez se deje de decir que tenemos “defectos” y que así deseamos
que nos acepten. ¡Pura bagatela! Para que funcione apliquemos la fórmula de un
filósofo michoacano: si eres tan amoroso, en tal grado deberías ser tan odioso;
las percepciones tendrían un equilibrio y sólo de esa manera se sería
auténtico. Pero, ¿por qué no simplemente estar más allá del bien y del mal?, ¿más
allá de las convenciones de los defectos y las virtudes?
¿Cómo
empezar a estar más allá?
(¡Incluso
a mí me gustaría saber cómo!)
Primero, no hablo de
ser un purista de las personalidades, porque seguramente hay mucho que hacer en
nuestros propios terrenos. Propongo que mejor se entienda que naturalmente
somos sistemas caóticos. Esto significa que por cada paso que doy crecen los
efectos alternos, no paralelos, sino multiparalelos. No sabemos hasta qué punto
nuestro hecho de avanzar limita o posibilita el movimiento de los Otros. Hay
que hacernos responsables de los efectos inmediatos, los que están a nuestro
alcance, con la conciencia adecuada de casi todas las procedencias de la fuerza
que hace que uno pueda mover el pie y avanzar.
Tampoco abogo para que
digamos “Soy un sistema caótico, entiéndeme”, y deslindarnos así de errores,
producto de nuestra inadecuada desenvoltura en el mundo. Hay que entender que
los sistemas caóticos también llevan una extraña armonía, cuyo trabajo de
engranajes, de maquinaria efectual, nos puede parecer muy bello.
En contraparte qué sería
la perfección (nada de virtudes). Decir perfecto
es apostar por lo absoluto, lo que ya de por sí no tiene cabida en nuestra
reflexión (pues creemos, como un filófoso alemán, que nada puede ser absoluto
ni determinante). Sin embargo, creo que lo más cercano a la perfección se
encuentra en la exclusiva manera de ser de la naturaleza, una especie de rareza
que la vuelve atractiva. “Extraño” pues las micro y macro estructuras son
infinitas e infinitesimales. A veces lo pequeño reproduce lo grande y lo grande
emula lo pequeño. De las perfecciones más extrañas está el cuerpo humano (por
consecuente cualquier tipo de estructura viviente).
A continuación comparto
una breve recopilación de discursos visuales inadecuados. Si se quiere ver así:
dejar de reproducir estos prejuicios; cómo no sospechar que los más grandes
vicios de nuestra cultura están enmascarados en los discursos de más sencilla
aprehensión.
¡Y ojalá nunca la merezcamos! Ojalá se reúnan todos los que sean como estas personas y jamás se aparezcan en el camino de quienes sí desean transformarse. |
Típico, como dicen. Tanto en mujeres como hombres. Ante estas personas aconsejamos lo que dijo un sabio: "si me das un golpe, te mando al demonio". |
Discurso de una personalidad reprimida, o peor aún: infeliz y rencorosa. Nada que se festeje auténtico. |
Una enorme condición para la pareja, un enorme riesgo incluso en la amistad. ¿Y si se falla en el intento? |
Entonces no es amor. |
Ah caray... Una evolución de estos vicios. |
Lo más cercano, y por lo tanto rescatable de estos discursos en carteles, a estar más allá de los defectos y las virtudes. |
Agradezco a quienes ofrecieron su opinión acerca de los defectos, así como me ayudaron a presentarles estos carteles comúnmente difundidos en distintas plataformas informáticas.
Justo un muchacho le llamaba "egos" a cosas como la ira, la codicia, etc. Cuando le dije que no me gustaría llamarle "egos" a eso, dijo algo como "ego significa 'yo' en latín", creo que entendió que algo no estaba funcionando y entonces les llamó "defectos", y después tuvo que admitir la destrucción de sus propias creencias "espirituales", que dicho sea de paso, era gnóstico o agnóstico o no sé bien cómo se les llama.
ResponderEliminarNo es la primera vez que platico con alguien de esa creencia o religión o escuela, tampoco sé cómo se nombran a ellos mismos; pero las veces que platiqué con gente de este sector, ellos mismos no tuvieron salida a su propio discurso, al final no expresaron nada congruente.
Nos imaginamos que así es el asunto con los agremiados de las escuelas. Un gusto que te percates de las flojedades de su discurso. Saludos.
EliminarEs admirable en usté la capacidad que tiene de escribir para que uno reflexione, una comunicación muy bien lograda.
ResponderEliminarGracias, eso se busca: estimular la reflexión. Si algo parece falso, erróneo o no se entiende, estaremos aquí dialogando al respecto. Saludos.
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