martes, 14 de octubre de 2014

“Las Chicas Superpooderosas” y su defensa del Estado

por Mario Note Valencia



Trataré el curioso y polémico tema (en algunas foros) acerca del capítulo televisivo See me, feel me, gnomey de un programa famoso llamado (hasta hace algo de tiempo) “Las Chicas Superpooderosas”. Contextualizo: este capítulo no se encuentra fácilmente, mucho menos en español. Aunque pude ver una versión completa del capítulo y subtitulado, antes de que lo eliminaran de internet, dejo al final el enlace al capítulo casi completo, aunque puede ser prescindible para nuestra reflexión.

Este capítulo See me, feel me, gnomey  es un rock musical al estilo Broadway pero compacto. Tiene sus altas y bajas, sus tensiones y esperanzas. Entre versos ingeniosos y otros no menos divertidos, podemos comprender la historia: los personajes malvados de la ciudad, es decir, aquellos que hacen siempre el mal y que son los enemigos de las Chicas Superpooderosas, afirman que en una sola noche van a acabar con todo.

Aparecen en el cielo las esperadas Chicas con un tono desafiante, pero los villanos derrotan a las niñas. Las niñas quedan en un cráter cantando, entre otras cosas: “¿Cómo es que este mundo no ha conocido sino el dolor?”. Después tratan de levantarse el ánimo cantando por la paz de la Tierra. En ese momento aparece un hombrecillo vestido de rojo. Éste les concede a las Chicas el deseo de traer la paz a la ciudad a cambio de que ellas le den sus superpoderes.

Tras un debate entre ellas mismas, aceptan el cambio con la idea de que además de traer paz serán por fin “unas niñas normales”, entonces el pequeño hechicero pronuncia un conjuro y aleja a los enemigos de la ciudad. La gente de la ciudad agradece la vuelta de paz pero al preguntarse a quién deben agradecer, es el pequeño hechicero rojo quien toma la consigna de salvador. 

 

Todos entran en la euforia de vivir en amor y paz y de pronto, sin detenerse, pasan al fanatismo. Todos los ciudadanos empiezan a vestirse como el hechicero, a seguir sus ideas de supuesto bienestar social por medio de la simbología de una rosa: vivir la vida en paz.

Aquí nos sorprende notar que a pesar de que se trata de una filosofía en pos de la vida pacífica, las vestimentas y comportamientos mecánicos de las personas se han convertido en una imagen ridícula y de evidente sometimiento a un sistema. Pero ése es apenas una tensión de este capítulo.

Rompe la pasividad el famoso Profesor Utonio, creador y padre de las Chicas. Él arremete contra la realidad social y les pregunta si acaso ellas no pueden ver cuánto mal les hace a las personas seguir la idea del hechicero. Su letra es de las más sugestivas hasta el momento, quizá porque en él recae la perspectiva que dominará en todo este episodio censurado. Preguntas del profesor que van desde ¿es libertad estar alineado?, hasta la idea de cuestionarse si es correcto que las personas fanáticas sacrifiquen sus sueños por un ideal, que sacrifiquen su individualidad por una libertad condicionada.


Aquí empieza a parecernos sospechoso el discurso. El Profesor Utonio asegura que es insensato perder la individualidad sólo por la seguridad de las calles de la ciudad; entonces aparece él con una bandera de los Estados Unidos en el fondo. ¿Nos recuerda a ciertas películas? Pearl Harbor, La vida es bella, Indiana Jones, y muchas más que nos siguen transmitiendo en la televisión, llevan la consigna de tener a Estados Unidos como los héroes legítimos, los “buenos” en la Segunda Guerra Mundial, los que matan por justicia.

Aquí, por supuesto, ya nos parece posible la parodia que la caricatura hace, poniéndoles ese color rojo a las personas, al comunismo; pero, cuidado, no al supuesto comunismo que relacionan con Marx, sino al comunismo de las naciones que estuvieron en conflicto. Al final de cuentas, este capítulo de las Chicas Superpooderosas adopta la perspectiva y justificación de Estados Unidos.

Como por arte de magia las Chicas recuperan sus poderes ya que, según ellas, el hechicero ha incumplido su trato. Así es como logran derrotar ese dominio; entre centellas podemos ver que el hechicero reflexiona acerca de la armonía que debe haber entre los buenos y los malos, que es necesario tener a los villanos en nuestra vida para poder vivir. Entonces los enemigos vuelven a poblar la ciudad y hay un alboroto alegre de su regreso. Todo esto parece lógico, pero ¿será posible?

Si algo hay que saber es el hecho de que, desde una perspectiva burguesa, siempre habrá “pobres y ricos”, “pecadores y santos”, “buenos y malos”, “refinados y vulgares”, y muchas otras dicotomías basura. A la hegemonía (el dominio del Estado) le convienen estas separaciones. No extraña ver que en este capítulo de las Chicas Superpooderosas, se legitime la presencia de la autoridad represiva de Estados Unidos como una manera necesaria de “ofrecer la paz”. Este método lo adopta México, por supuesto.
 
El punto no es si a través de esta caricatura se ridiculiza una parte de la realidad de naciones que se dicen comunistas, sino que se ofrece un discurso a favor del uso del poder material y violento del Estado. Al parecer el Estado es el único que puede dar y quitar sobre cosas que le atañen al individuo. Aunque veamos que en la caricatura critican la muerte de la individualidad, después nos percatamos de que esa misma individualidad pasa a otra jaula: el Estado.

Mucho se especula sobre por qué censuraron o no transmitieron constantemente este episodio en la televisión. En mi opinión creo que aquí no pierde Estados Unidos, sin duda (me atrevo a especular) es un trabajo que fue encargado a los creadores de las caricaturas. Se sabe que para filmar una película, el Estado de EUA pide al director que la bandera nacional aparezca un determinado número de veces. De ahí, pienso, puede pasarse a otro favor.

 
 

No creo que este episodio cambie la mentalidad de las personas. Más bien creo en una pequeña influencia sobre cómo los ciudadanos “confiados” hablarán a partir de su Estado. Pero, es cierto, ¿el desarme amoroso en Pear Harbor puede ser llevado al odio nacional por los del bando contrario? ¿Quién es el contrario, el bueno? ¿Quién tiene su guerra justificada? Entonces, de algún modo, aparece este capítulo supuesto infantil donde se nos enseña a comprender la realidad de por qué, para que haya paz, debe haber guerra.

Nota a los lectores efímeros: Como estos fenómenos forman parte de la cotidianidad, después analizaremos juntos la serie “El príncipe del Rap”. Veremos qué nos dice y no el personaje encarnado por Will Smith.

Enlace al capítulo casi completo: http://vimeo.com/92579840

2 comentarios:

  1. Hola Mario, me gustó mucho el análisis que haz hecho con éste episodio de Las Chicas Superpoderosas. Y pues sólo comentar que viendo el video, pude percibir mucha violencia, tanto auditiva como visual, a tal grado que entre imágenes, voces y música, mi pobre cerebro ya no podía retener información, se sobrecargó y todo se volvía caos. Imagínate, yo que siendo una adulta me pasó esto, un niño cómo lo ha de percibir? :S
    Muy buen análisis. Saludos :)

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    1. Gracias, Karla, por compartir tus percepciones. No había considerado esa parte de la sensibilidad que podría desorientar o atraer a los niños. Lo que sí persiste es lo radical porque, como indicas en tu experiencia, en un breve tiempo suceden un montón de cosas

      Probablemente el factor sea la música la que aleje o retenga, aunque pase o no pase algún mensaje ideológico.

      Saludos.

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