por Rafael Frank
Un parámetro de
geometría fugaz son los dos giros que da la llave, la puerta se abre y brota el
maullido de un bengalí. Al fondo espera una sopa incontrolable, es el cráter de
un volcán que durmió en el hielo con los mamuts y los avestruces. Voy, recorro
los caminos rectos, allí, en el vacío austral se muestran las escamas luminosas
de serpientes que nacieron entre uvas y diamantes.
Hay más, es el fuego la
roca donde emanan cantos y sombras adormecidas, caen en el sueño vencidas por
una armonía de crujidos circulares, los sonidos caben en el suelo como huellas
espirales.
Los únicos pasos que
escuchamos son las gotas de un líquido vaporoso al caer en un jarro, su humo
desaparece, es la frecuencia redonda que impacta contra ángulos que parecen
infinitos al tocarse.
Son los puntos luminosos
que abren sus manos para cobijar la roca del fuego. Aquí no se toca la luz,
canta.
El sabor del fuego abrasa el sentido. Me gustó, gracias por compartir tu texto.
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