jueves, 14 de enero de 2016

Te cuidaré más que a mis ojos

por Mario Note Valencia


Interpretar va más allá que entender y explicar, va más allá e incluso puede tener un yerro inherente, entendiendo que cada acto del individuo puede ser un estímulo social o, bien, una mecanización sin sentido de lo mismo. ¿Hasta qué punto lo inconsciente puede ser interpretado? Por ejemplo, si un animalito me pica la nariz justo cuando digo una verdad y alguien más me ve, a lo  lejos, y asegura (porque es un psicólogo avezado en lenguaje no verbal) que estoy mintiendo. Estas errancias pueden incrementarse si no se tiene un contexto lo suficientemente claro para interpretar el fenómeno. Como bien sabemos, un gesto despectivo en un lugar determinado puede no tener significado en otro.

En los últimos días ha rondado el tema de la recaptura del Chapo Guzmán (2016), pero también ha virado hacia otro interés (porque, acaso, el tema necesitaba una pizca de farándula) con respecto a la actriz Kate del Castillo. No me interesa recalcar lo que este hecho hace más factible: si le caes mal al Estado, buscarán tu comunicación escrita digitalmente, esto aunque te deshagas de los registros y del teléfono, según dictan los “términos y condiciones”. Twitter, Facebook, Hotmail, en fin, lo demás que tenga que ver con Google, Windows o Android bien especifican que al usarlos el usuario admite el hecho de que si un gobierno ordena catear los registros de conversación y búsquedas, las compañías de estos servicios pasarán al lado de la justicia legal. Nada de ciencia.

Se dieron a conocer, entonces, las conversaciones que sostuvo el Chapo con Kate. No hablaron de “asesíname a éste”, “¿ya te llegó la mercancía?”, etc… No, para nada. Lo que ya está en boca de algunos periódicos es la manera melosa en que el Chapo escribía y Kate le contestaba. Ah, bárbaros, hasta que el amor se posa en los titulares de la prensa. Esta inclinación morbosa se evitaría si los reporteros y los chismosos no sacaran conclusiones antes de tiempo, es decir: si respetaran y conocieran los límites de la interpretación. Porque, ¿a quién le importa si el Chapo y Kate se deseaban uno al otro? Antes bien, qué bello, qué bello cuando me hablas así, y muerdes cada parte de mí… Fue precisamente Margarita, la diosa de la cumbia, que cantó en el introito: Por qué me miras así / mientras me visto sin ti.

El Chapo Guzmán escribió supuestamente a Kate: “Te cuidaré más que a mis ojos”. El contexto del mensaje es ambiguo, porque mientras unos ven amorío futuro, otros tan solo vemos una simple conversación alegre, casi mágica y ritual, como cuando se tiene ansiedad por conocerse dos seres que se esperan. Antes de cerrar con esa línea, el Chapo escribió, entre otras cosas:

Te cuento que no soy tomador, pero como va a ser tu presencia algo hermoso, ya que tengo muchas ganas de conocerte y llegar a ser muy buenos amigos. Eres lo mejor de este mundo. Seremos muy buenos amigos”.  

Si quitáramos la imagen del Chapo como el autor de lo recién leído, este mensaje puede aplicarse enlatado, palabras más, palabras menos, como una efectiva confesión de interés hacia otra persona. No es una declaración de amor, pero por un lado y otro clava un dejo de pasión lacerante, común entre los amadores que se entregan, cuidando no arrebatarse demasiado sino hasta que llegue el momento del mar y el anego. Aunque, veamos, también puede ser una sinceridad expuesta hacia una amistad. Hay amigos, contados, a quienes nos expresamos así, con incluso un “te necesito cerca”.

El riesgo expuesto es otro aliciente. Dice que es abstemio, pero nada más por Kate empezaría a beber a su lado. ¿Leyó al gran poeta Ovidio? Quién sabe. ¿Los Tucanes de Tijuana leyeron a Platón cuando cantaron “eres mi amor platónico, eres la fruta prohibida”? Lo dudo, pero algo hay de colectivo y universal en eso del amor. Bien que para vivir el amor auténtico no hace falta ser sabio o filósofo, porque, en palabras del poeta arábigo, “en el amor se olvidan manuales”.

Hasta este punto me siento con las manos sucias, pues se trata de una conversación íntima, de dos, ahora públicas. ¿Pero qué hacemos con Sócrates? Sócrates confesó que todo lo que sabía de amor lo supo a través de una misteriosa mujer, aunque tuvo la cautela de no decir nombres; por eso mismo parece una amalgama de contrariedades que justo para investigar nexos con un jefe del cartel, salga entre luces lo que pertenecía al furor íntimo. Muy bien, pero ahora ¿por qué demonios hablo de eso? Hablo para quejarme con el centro de espionaje, de México o de Estados Unidos, a quien corresponda:

Ahora ya no podré usar esa construcción de “Te cuidaré más que a mis ojos” con mis amigas, amigos, sin evitar que ellas o ellos me asociasen con el Chapo. Antes bien, como dijo el latino: hasta los dioses prometían demasiado y no se preocupaban por cumplir. En el instante las promesas valen; frente al calendario son meros recuerdos.

4 comentarios:

  1. Lúcida, incisiva, única; por tanto, inteligente tu mirada, querido Mario. Felicidades.

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    1. Muchas gracias, maestro Carlos, con una línea de sus palabras me basta y sobra para seguir intentándolo. Saludos, nos vemos pronto.

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  2. Mario: siempre he visto que miras diferente, observando con esa mirada que parece estar en otra parte... te saluda una persona que te ha saludado antes por los pasillos de la falcom. Gracias por este panorama.

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    1. Gracias, saludos. El pasado es una marejada, una orquesta de olas que van y regresan. Supongo que fue bueno habernos saludado en su momento.

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