por
Mario
Note Valencia
Interpretar va más allá que entender y
explicar, va más allá e incluso puede tener un yerro inherente, entendiendo que
cada acto del individuo puede ser un estímulo social o, bien, una mecanización
sin sentido de lo mismo. ¿Hasta qué punto lo inconsciente puede ser
interpretado? Por ejemplo, si un animalito me pica la nariz justo cuando digo
una verdad y alguien más me ve, a lo
lejos, y asegura (porque es un psicólogo avezado en lenguaje no verbal)
que estoy mintiendo. Estas errancias pueden incrementarse si no se tiene un
contexto lo suficientemente claro para interpretar el fenómeno. Como bien
sabemos, un gesto despectivo en un lugar determinado puede no tener significado
en otro.
En los últimos días ha rondado el tema de la recaptura del Chapo Guzmán (2016), pero también ha virado
hacia otro interés (porque, acaso, el tema necesitaba una pizca de farándula)
con respecto a la actriz Kate del Castillo. No me interesa recalcar lo que este
hecho hace más factible: si le caes mal al Estado, buscarán tu comunicación
escrita digitalmente, esto aunque te deshagas de los registros y del teléfono,
según dictan los “términos y condiciones”. Twitter, Facebook, Hotmail, en fin,
lo demás que tenga que ver con Google, Windows o Android bien especifican que
al usarlos el usuario admite el hecho de que si un gobierno ordena catear los
registros de conversación y búsquedas, las compañías de estos servicios pasarán
al lado de la justicia legal. Nada de ciencia.
Se dieron a conocer, entonces, las
conversaciones que sostuvo el Chapo con Kate. No hablaron de “asesíname a
éste”, “¿ya te llegó la mercancía?”, etc… No, para nada. Lo que ya está en boca
de algunos periódicos es la manera melosa en que el Chapo escribía y Kate le
contestaba. Ah, bárbaros, hasta que el amor se posa en los titulares de la
prensa. Esta inclinación morbosa se evitaría si los reporteros y los chismosos
no sacaran conclusiones antes de tiempo, es decir: si respetaran y conocieran
los límites de la interpretación. Porque, ¿a quién le importa si el Chapo y
Kate se deseaban uno al otro? Antes bien, qué bello, qué bello cuando me hablas
así, y muerdes cada parte de mí… Fue precisamente Margarita, la diosa de la
cumbia, que cantó en el introito: Por qué
me miras así / mientras me visto sin ti.
El Chapo Guzmán escribió supuestamente a Kate:
“Te cuidaré más que a mis ojos”. El contexto del mensaje es ambiguo, porque
mientras unos ven amorío futuro, otros tan solo vemos una simple conversación
alegre, casi mágica y ritual, como cuando se tiene ansiedad por conocerse dos seres que se esperan. Antes de cerrar con esa línea, el Chapo escribió,
entre otras cosas:
“Te cuento que
no soy tomador, pero como va a ser tu presencia algo hermoso, ya que tengo
muchas ganas de conocerte y llegar a ser muy buenos amigos. Eres lo mejor de
este mundo. Seremos muy buenos amigos”.
Si quitáramos la imagen del Chapo como el
autor de lo recién leído, este mensaje puede aplicarse enlatado, palabras más,
palabras menos, como una efectiva confesión de interés hacia otra persona. No
es una declaración de amor, pero por un lado y otro clava un dejo de pasión
lacerante, común entre los amadores que se entregan, cuidando no arrebatarse
demasiado sino hasta que llegue el momento del mar y el anego. Aunque, veamos,
también puede ser una sinceridad expuesta hacia una amistad. Hay amigos, contados,
a quienes nos expresamos así, con incluso un “te necesito cerca”.
El riesgo expuesto es otro aliciente. Dice
que es abstemio, pero nada más por Kate empezaría a beber a su lado. ¿Leyó al
gran poeta Ovidio? Quién sabe. ¿Los Tucanes de Tijuana leyeron a Platón cuando
cantaron “eres mi amor platónico, eres la fruta prohibida”? Lo dudo, pero algo
hay de colectivo y universal en eso del amor. Bien que para vivir el amor
auténtico no hace falta ser sabio o filósofo, porque, en palabras del poeta
arábigo, “en el amor se olvidan manuales”.
Hasta este punto me siento con las manos
sucias, pues se trata de una conversación íntima, de dos, ahora
públicas. ¿Pero qué hacemos con Sócrates? Sócrates confesó que todo lo que
sabía de amor lo supo a través de una misteriosa mujer, aunque tuvo la cautela
de no decir nombres; por eso mismo parece una amalgama de contrariedades que
justo para investigar nexos con un jefe del cartel, salga entre luces lo que
pertenecía al furor íntimo. Muy bien, pero ahora ¿por qué demonios hablo de
eso? Hablo para quejarme con el centro de espionaje, de México o de Estados
Unidos, a quien corresponda:
Ahora ya no podré usar esa construcción de
“Te cuidaré más que a mis ojos” con mis amigas, amigos, sin evitar que ellas o
ellos me asociasen con el Chapo. Antes bien, como dijo el latino: hasta los
dioses prometían demasiado y no se preocupaban por cumplir. En el instante las
promesas valen; frente al calendario son meros recuerdos.
Lúcida, incisiva, única; por tanto, inteligente tu mirada, querido Mario. Felicidades.
ResponderEliminarMuchas gracias, maestro Carlos, con una línea de sus palabras me basta y sobra para seguir intentándolo. Saludos, nos vemos pronto.
EliminarMario: siempre he visto que miras diferente, observando con esa mirada que parece estar en otra parte... te saluda una persona que te ha saludado antes por los pasillos de la falcom. Gracias por este panorama.
ResponderEliminarGracias, saludos. El pasado es una marejada, una orquesta de olas que van y regresan. Supongo que fue bueno habernos saludado en su momento.
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