por
Mario Note Valencia
Redacto
desde un lugar favorable. Allá abajo respiran los transeúntes, y más allá, me
han contado, se extingue el aire limpio. Apenas una conducta, una acción sobre
los objetos más caros y útiles (los enajenados en el mundo touch and large screen, please, con luz de neón) acción, pues, fotosintética nos sigue
arrojando a las penurias de la noche, que a uno le llegan, por las mañanas, en
forma de diarios. El fósil cotidiano, que no se alcanza a ver desde las
alturas, todavía me recuerda que la ventanilla del avión se parece tanto a la
televisión que había en casa de la abuela, en la que, por cierto, permanecía
uno en constante reivindicación con el mundo; era, sí, por cierto, un mundo
curioso, a veces amorfo, pero mundo al fin. Ahora llueve y, allá abajo, se
ahogan –escucho que me dicen. En los grandes condominios no existen las tiendas
ni otros formatos de encuentro común.