por
Mario Note Valencia
a Rafael Frank,
para ver si lo
veo
El lector ordinario, genuino, no sabe
que lo que busca en un escrito es el resultado de la pugna intelectual que ocurre
antes, durante y después, dentro del espíritu creador del autor.
Si comprendemos que cada escrito
necesita una introducción, un desarrollo y un desenlace, entonces hagamos la
correspondencia inmediata con nuestra vida cotidiana. Hay hechos, por ejemplo,
que nos llegan cuando están en pleno desarrollo; otros a los que llegamos en la
conclusión. Pero, de cualquier manera, hacemos el natural esfuerzo de
comprender lo que recibimos.
Lo cierto es que nosotros mismos
abordamos situaciones con la conciencia de que ya hay un avance, un desarrollo.
Otras veces nada más nos enteramos del final del suceso, y sólo nos queda leer
el epígrafe.
Existen autores que sólo nos ofrecen los
hechos, a veces, a partir de la conclusión y el desarrollo; en ese ámbito
podemos hablar de literatura. Sin embargo, en una exposición científica, académica,
es necesario exponer con el rigor lógico: desde el abordaje del problema hasta
los resultados y aportaciones personales. La literatura tampoco deja de ser
rigurosa en la formulación de puentes supuestos para llegar a otros puntos.
Como sea, la exposición escrita es un
camino, como el que construimos con nuestro andar cotidiano. Si decimos: «tengo
todo, pero no sé cómo estructurar mi escrito», no creo que seamos tan
despistados como para ponernos primero el pantalón y después la trusa. Aunque
varía en casos especiales: tendríamos que ver si el calzón es realmente
atractivo y le queda mejor el ámbito público. Honestamente.
Nunca hubiese pensado en comparar la escritura con algo tan cotidiano como lo es vestirse y ahora que lo leo, me parece un ejercicio bastante pedagógico.
ResponderEliminarSe agradece mucho la lectura y déjeme decirle que viendo la escritura desde esta perspectiva que usted propone, las cosas resultan un más sencillas.
Por cierto, me encanto la frase con la que cierra su texto.
¡Saludos!
Qué tal, Itzayana
ResponderEliminar(ahora colaboradora en este espacio).
El trabajo intelectual parece corresponder, por fortuna, a la experiencia cotidiana. Si te funciona el ejemplo de vestirse, y al mismo tiempo le entras a lo literario, quizá convenga, de vez en cuando, aventarse un calcetín.
Saludos.
Mario Note Valencia