por Mario
Note Valencia
Indicación
preliminar
Conocimiento es
aflicción
Nietzsche
La verdad, a
veces, duele
Zizek
Para este texto utilizo
el concepto de “conocimiento” como el grado de reflexión que, por su
sinceridad, violenta lo establecido y produce aflicción. La aflicción ya sea
por perder las bases sobre las que uno creía inamovibles, o porque se siente
nostalgia frente al abismo. En ambos casos, si hubiera este sentimiento de
soledad, le pido que resista y llegue al final del viaje.
*
* *
La crítica contemporánea
a la Cultura ha desembocado en el alumbramiento de sistemas o formas de
relación social que invalidan o restringen la libertad del Otro, de las demás
personas. Pero este alumbramiento no ha sido indoloro, pues el conocimiento llega
a ser agobiante por la más aguda sinceridad esclarecedora sobre los sistemas
cómodos (pero inadecuados) en los que vivimos. Entonces, los críticos de la
cultura ¿qué vemos y por qué no podemos salir a gritarlo a los cuatro vientos?
Descubrir de qué nos
hemos configurado, de qué están habitados nuestros sueños nos deja de inmediato
un mal sabor de boca, una base que es movida y tremola. En el panorama
reflexivo, el feminismo ha revisado en los áticos y sótanos de las casas
patriarcales, en espacios de la casa que por lo general no se les muestra a los
invitados. Estudios como los de Lucía Guerra en La mujer fragmentada: historia de un signo (1995) dan por sentado,
sobre una revisión adecuada, las coordenadas masculinas que explicaban a su
conveniencia las expresiones profundas y lejanas, como la simbolización de los
dioses en los astros (el sol para héroes, la luna para pasivos) o la
repartición de roles en la sociedad por el sexo (hombre = aventura, mujer =
inamovilidad). Una revisión de esto pueden encontrarla en otra publicación
“Feminismo, género y cultura” en este mismo blog.
Aunado al feminismo, otras
voces se unen al no encajar con la idea falogocéntrica. El fologocentrismo es
la política social masculina que se ha reproducido en casi todos los ámbitos
culturales de la vida cotidiana. Muchas actos en apariencia “cotidianos” son
reproducciones de sexismo, exclusión o sumisión. Hay que aclarar que éste no es
un delirio, inventado o artificial, de feministas a lo largo del siglo pasado;
quien, a pesar de los datos aportados en este texto, naturalmente lo dude puede
comentar este blog y le respondo lo mejor que pueda para quedar de acuerdo en
esto.
La
Teoría Queer también participa en nuestro criterio cultural,
entonces
¿qué es la Teoría Queer?
A partir de los años 60
y 70, “los movimientos de liberación de gays y lesbianas de los Estados Unidos
han definido las líneas de actuación en la lucha contra la discriminación por
causas de orientación sexual” (Andrés, 2000, p. 144). Tiempo después, en el ámbito
académico aparece la teoría queer (‘marica’
en inglés), con la primigenia idea de resignificar el valor despectivo de queer para darle nombre a la lucha por
la emancipación del falogocentrismo. ‘Queer’ también tiene connotación de
‘raro’, y representa un pilar trascendente en los estudios de género.
Decir estudios de
género es decir crítica de la cultura y sus fundamentaciones para someter al
individuo a roles de género cuya esencia es repartir en dos caminos exclusivos:
o eres hombre o eres mujer. Judith
Butler, eje importante en la teoría queer, deconstruye en El género en disputa (2007) conceptos y nociones operantes de la
política patriarcal. Uno de sus análisis importantes para este comentario es el
que hace acerca del género. Sobre ello argumenta que “el género no es el
resultado causal del sexo ni tampoco es tan aparentemente rígido como el sexo”
(Butler, 2007, p. 54), así que no por eso debería haber sólo dos géneros.
El sistema binario del
género (“o eres masculino o eres femenino”) ha causado que exista en un primer plano la
heterosexualidad como la hegemonía legitimada* por las ciencias; de manera que
lo “raro - extraño” sea una excepción y por lo tanto se subyugue, secreta o
públicamente, a la fuerza de este sistema patriarcal. Los roles sociales han
reproducido (transmitido de voz en voz) la idea de este sistema binario: si no
eres “A”, eres “B” (pero ya no puedes pertenecer a los goces que la política
social ofrece a “A”).
Judith Butler pone en
tela de juicio el hecho de darle nombre a lo “raro”, como decir “homosexual”, pues
no deja de corresponder a la visión binaria del género protegida y legitimada por
la misma dimensión masculina que restringe en los roles de interacción. La
cultura mexicana, por ejemplo, ha reproducido códigos patriarcales; en la
actualidad, el tema sobre la homosexualidad, es decir, la excepción de lo
heterosexual (‘lo común’), va de la mano con otros diversos nombramientos como
bisexualidad o transgénero.
La experiencia común, o
al menos el diálogo cotidiano, nos arroja información de que los relatos
vitales de la contemporaneidad no se condicionan a los sujetos de la
heterosexualidad (en la política patriarcal binaria). De hecho hay síntomas, como lo entiende Slavoj Zizek,
exclusiones de la política legitimadora que hay que tomar en cuenta.
A veces hace falta
saber cómo nombrar ciertos efectos sobre el mundo, y este comentario puede ser
un breve medio para interesar a cualquiera que lo lea, ya sea porque les causa incomodidad
o porque encuentran una explicación mejor dirigida.
Notas:
*Hegemonía legitimada o
legitimadora: es lo que existe en primacía, que puede regir o imponer, y que
además los discursos alrededor de este sistema lo acreditan, es decir, lo hacen
legítimo (y ser legítimo no significa precisamente ser lo adecuado y
conveniente). Hegemonía legitimada es la que se impone en un primer momento y
se muestra como lo que debe ser; al
mismo tiempo se legitima a sí misma.
Para conocer más, y como introducción a la
crítica sobre lo patriarcal, puedes consultar los siguientes artículos:
-Guerra, Lucía
(1995). “Ejes de la territorialidad patriarcal”. En La mujer fragmentada: historia de un signo. México: Cuarto Propio
-Butler, Judith (2007). “Sujetos de sexo/género/deseo”. En El género en disputa. España: Paidós
-Butler, Judith (2007). “Sujetos de sexo/género/deseo”. En El género en disputa. España: Paidós