por
Mario
Note Valencia
*
Algunas enseñanzas
de nuestro país vecino
Los politólogos del mundo tuvieron mucho
de qué hablar después de la victoria de Trump en las elecciones de EUA, 2016.
Otros sociólogos nos abrieron los ojos: hubiera sido peor Hillary Clinton (y
continuar la tradición de “guerra silenciosa” en el extranjero). Antes de
abandonar la Casa Blanca, Barack Obama se despabiló por completo: nunca había
hecho tanto en tan poco tiempo (como si se sintiera presionado). Dos detalles
que nos llaman la atención:
1. En diciembre pasado el gobierno de EUA
acusa a Rusia de intervenir en las elecciones a través de ciberataques. Obama
despide a 35 diplomáticos rusos del país. Los afectados responden en Twitter con
una peculiar viñeta: “LAME” y de fondo un tierno patito (“lame duck” = pato
cojo), es decir que la administración de Obama cojeó. ¿Qué respondió el
presidente de Rusia Vladimir Putin? Aseguró que no se rebajaría a las
decisiones irresponsables de su antiguo enemigo, que no expulsaría de Rusia a
los diplomáticos de Estados Unidos y que incluso los invitaría a la cena de
Navidad. A nuestro país vecino le salió el tiro por la culata.
2. Hace unos días Obama puso fin a la
política migratoria conocida como “pies secos, pies mojados”. Desde 1995
Estados Unidos adoptó a los cubanos que salían de su isla en busca de pisar y
vivir el sueño americano. Muchos de estos migrantes están en contra del régimen
castrista o se trata de profesionales
buscando oportunidades lejos de casa. Los migrantes realizaban (hasta el año
pasado) viajes peligrosos por el mar del Caribe en pequeñas embarcaciones o cruzaban
a través de México para tocar la frontera. Durante muchos años Cuba vio esta
política como una manera de deshacerse de los opositores, pero luego advirtieron
que se trataba de otra maniobra yanqui con trasfondos puramente políticos (como
las sanciones comerciales). Ahora los migrantes cubanos que no alcanzaron a
adquirir ciudadanía en Estados Unidos se quedaron, literalmente, a la deriva. Mientras
tanto: el desconcierto, sobre todo en la comunidad cubana que en Miami festejó
la muerte de Fidel Castro. Cuba recibirá a los repatriados.
*
Del gasolinazo al
tortillazo
No quiero creerlo, pero parece que el
pueblo mexicano sólo aprende bajo el dicho “la letra con sangre entra”. Hasta
que no pasan las cosas entonces andamos fregando. Como diría mi madre cuando de
niño no le hacía caso y me ocurría un accidente: ¿ahora sí estás a gusto? ¡Pero
te dije!
A nosotros nos lo dijeron los activistas:
Peña Nieto es una botarga, un espectáculo. ¡No dejes entrar al dinosaurio!
2012: qué tan lejos estamos de regresar el tiempo para revertir las decisiones,
azuzar la pasividad política y cambiar un poco la trayectoria del país. La
señora que aceptó despensas y artículos de cocina con el logotipo del PRI ahora
quiere matar a su presidente.
Pero no creían en el ya extinto movimiento
#yosoy132 e ignoraron, después, las evidencias del caso Ayotzinapa. Y suman los
muertos. No son casos aislados. Lo más lamentable es la actitud denigrante que
adopta el pueblo mexicano consigo mismo. El peor apodo que he leído en contra
de los activistas ha sido el de “ayotzinapo”. Esto (además de provocarme asco) evidencia
la estela de una moral corroída en el alma de mis paisanos. Pensar en uno
mismo. Y pensar estupideces.
Lo cierto es que el gasolinazo inauguró el Nuevo Año 2017 y nos afectó a todos por
igual, excepto a un grupo reducido de personas que se encuentran en el poder
(político y económico). Un efecto dominó: si sube el precio del combustible,
los demás servicios que lo requieran también incrementarán el costo. Es así
como hace unos días apareció el tortillazo:
alza en algunos productos de la canasta básica.
Yo veo muy difícil un movimiento real y
fuerte en contra de Enrique Peña Nieto. ¿Por qué lo digo? Porque dejamos pasar
mucho tiempo. Todos. Ahora el Estado ya obtuvo lo que quería: dividirnos, esclavizarnos
con los precios, aceptar tal y como están las cosas porque si no “me despiden
del trabajo”. No me vengan a decir que no toda la culpa es del gobierno. ¿Entonces
a quién pusimos para que dirigiera el país? ¿A quiénes les dimos el voto de
confianza para que hicieran por nosotros lo que nosotros mismos haríamos por el
pueblo?
Y sí, por otro lado, creo que parte de la
responsabilidad es nuestra. Debemos empezar a mirar más allá del presente.
Preguntarnos por qué se manifiestan las personas. Saber distinguir entre una
manifestación auténtica de otra orquestada por los mismos grupos de poder.
Tener en cuenta que no todo lo que se divulga en la televisión es real, mucho
menos en internet. ¿Hemos aprendido la lección?
*
Ocio
Y mientras todo pasa y todo queda, tenemos
derecho al ocio. Hace unos días terminé de ver una serie llamada Real detective (2016). Ocho capítulos de
40 minutos cada uno. Cada episodio cuenta un caso distinto de homicidio y es relatado
por el mismo detective real que lo investigó.
La narrativa es la común en este tipo de
historias, pero no deja de ser interesante: se conserva el suspenso hasta el
último minuto, de manera que el espectador también participa como ayudante de los
detectives. Estimula el pensamiento lógico. Involucra, además, las emociones
humanas. Más de una vez sientes aflicción, ansiedad, alivio. Casos que marcaron
para siempre la vida de los detectives.
El primer y último capítulo (“Vengeance” y
“Misery”, respectivamente) me dejaron sin aliento. La dirección, los actores y
la fotografía son excelentes. Resaltan los detalles, ocultan otros, como si se
tratara de la mirada del investigador. Al final aprendes a interrogar las cosas
más obvias y a sospechar, por otro lado, de todos. Nadie se exenta de sospecha.
Todos podemos ser culpables. Eso es cierto si recordamos nuestras propias
experiencias cotidianas cuando descubrimos, por azar o por error, la vida
oculta de nuestros conocidos. Al respecto tengo otras cosas que contar y
platicarles, por ejemplo la vez que fui detective privado y casi caigo en mi
propia trampa. Sin embargo, eso queda pendiente para otro texto. Buen fin de
semana.
Promocional de Real Detective
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