miércoles, 25 de enero de 2017

Sueño sin tiempo

por José Calderón Mena


Va, pensiero...

Esta mañana ha amanecido especialmente fría. Lo curioso es que este frío me hace sentir llena de paz. Se han alejado de mí las dolencias físicas y la ansiedad y la angustia que han sido constantes y no pocas a lo largo de mi vida.

No sé cómo describir con exactitud esta nueva sensación de mi entorno. Dentro de mi sueño (sin tiempo) escucho a lo lejos murmullos desconsolados. No siento el impulso de moverme; me siento trasladada, contemplada. Pero nada perturba mi paz, excepto la pequeña incomodidad de ser el centro de atención, cosa que nunca me gustó.

Acuden a mi mente recuerdos lejanos que me hacían sufrir, pero con los que me estoy reconciliando. Se alejan de mí los sentimientos afectivos y alguien borra de mi rostro las huellas de dolor y de preocupación que ahora carecen de sentido.

Recuerdo también algo que me obsesionó durante mucho tiempo: una novela de María Luisa Bombal que me atemorizaba. Incluso ahora la pienso y me reconcilio, aunque el tiempo se haya olvidado de mí.

La noche transcurre entre aromas de cirios y flores, de largos sollozos y tristes despedidas. Oigo a lo lejos las notas de Nabucco que tanto amé y que deseaba oír en este momento.

Ante el inminente acto de inmolación siento cerca de mí los afectos más cercanos: escucho la voz dolorida de uno de mis hijos que se despide al otro lado de mi sueño.

Estoy en el inicio de un camino que veo con esperanza. Mis ojos entre cerrados perciben esa ventana de luz intensa que me llena de paz y entre brumas alcanzo a leer la palabra crematorio.

* * *

Fotografía: “Amanecer con neblina en Castro” de Claudio Paz.

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