por
Mario
Note Valencia
Hay preguntas que no se hacen. Could you repeat the question, please?
¿Es ésta una buena pregunta? Defina la nada y mencione tres ejemplos. ¿Los
postmodernos también sufren problemas gastrointestinales? ¿Es cierto que la
única verdad está después de la muerte? Pero, ¿usted ha regresado de ella sin
marearse?
La ociosidad hace al hombre y todavía éste
lo pregunta. Los filósofos canalizan las preguntas pero no diseminan las
respuestas. Mi madre siempre dijo que nunca preguntara, que lo hiciera. ¿Se
puede responder la existencia de Dios como la de los extraterrestres? Sí y no,
lo más seguro es que quién sabe. ¿Entendiste?
¿Tengo derecho a equivocarme? ¿Mi novia me
engaña? Anoche la vi platicando con la otra del espejo. ¿Desde cuándo la
nimiedad de lo mundano se abrió campo en la ciencia exacta de lo irrelevante?
¿Las moscas duermen? ¿Las ratas sueñan? ¿Tu madre quiere que yo sea un buen hombre?
¿Recuerdas cuando nos dijimos que nos amábamos? ¡Qué! ¿No? ¿Nunca lo dijimos?
Una segunda ronda de cerveza, por favor.
Hay preguntas que afirman, como las hay
cerradas y abiertas. ¿El cielo es raso? ¿Qué ves en esa nube? Parece un oso,
¿no? Respectivamente. ¿Y si los marcianos llegaron ya? Sobre el boulevard, rebasamos
al patrullero. ¿Me permite su licencia de conducir? ¿Desde cuándo conduce un
auto? ¿Sabe lo que significa exceder los límites de velocidad? Bueno, señor
oficial, antes dígame desde cuándo es usted un imbécil.
El mundo da estímulos, ramas y Ramonas,
para que nos colguemos de sus artilugios cotidianos como si fueran estupefacientes.
El opio y la televisión son el mismo miasma. Los guionistas de cine comercial
escriben en los albañales. Sólo puedo ver el futbol cuando tengo ganas de dormir.
Y duermo. Despierto a medianoche y en la televisión desfilan los infomerciales.
Supongo que el marcador final no altera la bolsa de valores. Los pobres siguen
pobres, pero mi tía insiste en comprarme la segunda biblia. ¿El cielo y el
infierno no provienen de la misma raíz? ¿Es cierto que el limbo ya no tiene vacantes?
No me preocupo por creer en Dios o que me
acompañe, siempre tengo un puñado de conocidos que me dicen “esté contigo”; de
tanta eternidad que llevo encima por lo general extiendo la mano y propongo: Dios
te dé más, y si lo hace, róbale un mechón de pelo. Los problemas no se
solucionan en otra vida ni en otro mundo. Conocí a un venezolano que se dio un
tiro para seguir hasta la muerte a su vecino que le debía tres meses de
alquiler. ¿Qué son tres meses? Sí, ya sé, pero es mejor si la quincena que te
pagan cae en la última semana de febrero.
Los problemas son preguntas puntiagudas. Antes
bien, ¿es necesario que a cada problema haya una solución? ¿Un problema sólo es y aparece cuando amenaza nuestra tibia y vana integridad? ¿Somos completos
frente a tanta inmensidad afuera? ¿El universo? ¿Y si el mundo no tiene
propósito? La incertidumbre, como la muerte, sólo es benigna cuando no se mete
con nosotros; los filósofos lo saben bien y de sobra.
Existen las cosas que hacemos y las que se
hicieron antes de nosotros. Sartre dijo haz algo con lo que hicieron de ti. Sí,
perfecto, pero mi agenda no me alcanza. Existe el conocimiento limitado y al
que nunca podremos acceder. ¿Le caía mal al tipo que se quitó la vida esta
mañana? Al que me asaltó hace unos meses le caí súper bien, supongo: se llevó
mi teléfono celular. Aún espero su llamada. Vaya, en qué estoy pensando, si todos
tienen que comer. La muerte acecha, ¿qué no sesga vidas con su guadaña?
Para las preguntas del deseo y la muerte
existe Freud. Para todo lo demás existe Kant y Pascal, Nietzsche y Hegel.
Existen también las perogrulladas, las tautologías y los sutras, los catres, los adagios y las dagas, los versos y las
proposiciones; existe la gramatología y la literatura. En fin, ¿te quieres
casar conmigo? Deja le comento a mi mujer y te resuelvo en tres días hábiles.
Los fines de semana descanso.
Escribo desde el sanitario de un bar. Aquí,
entre tanto póster de H para hombres
y sabías qué… sobre animales de otro continente,
todo es común y, como diría un filósofo, de almas y formas volubles: ¿acaso soy
el único que usa el lavamanos como mingitorio? No preguntes por quién doblan
las campanas, advirtió John Donne, aunque ¿está bien que te despierten a las
seis de la mañana? Tocan a la puerta. Entran por mí. Salpico la bragueta. Relamo
mi pelambre. ¿No me veía mejor con el cabello largo? Al menos se me veía menos
la cara.
Oh, chica, entiendo, dejaré esta sarta de
maldiciones. Iré a bailar contigo. Mientras me sumerjo en la pista de baile, el
mundo por primera vez me parece hostil de una manera muy suave y groove. Suerte que no bailemos ska.
¿Qué? ¿Qué dijiste? No, nada. Eres el crack, cheek chica. Eres el crack.
*
Mamma sólo quiere saber
who stole that jammm...
who stole that jammm...
No hay comentarios:
Publicar un comentario