jueves, 29 de diciembre de 2016

Para acabar con los cursos de Superación

por Mario Note Valencia


En mi anterior publicación (Agravios y propósitos de Año Nuevo) ataqué, marcándolos de insustanciales, todos aquellos cursos tipo Superación al Éxito. No dije todo ni tampoco profundicé bastante. Sin embargo, el más inteligente de mis lectores habrá entendido a la primera y descifrado lo que ahí dejé escondido entre las líneas. Confieso que la mayoría de mis textos tienen un doble sentido, no estético, sino intelectual; ahí donde bromeo dejo la piedra de la verdad; ahí donde parece locura, intento alejar a los locos. Uso recursos como la ironía y el humor oscuro: la risa es un mecanismo de defensa para sobrevivir a las duras y ásperas pieles de la vida en sociedad. Siempre me río del otro, una vez que me he reído de mí mismo; encuentro a la risa como un instante de comprensión y despreocupación auténtica, y superior a toda la seriedad de los valores. Hago caso al adagio: cuídate del que se ríe a solas como si se acordara de sus maldades.

Pongamos las estadísticas y especulemos: cada vez son más famosos los cursos de superación personal y “encierros” religiosos en los que unos y otros aseguran que cambiarán tu vida, potenciándola al máximo. La gente acude con buena fe a desembolsar una cuota para que les resuelvan sus problemas, pero se decepcionan cuando descubren que sencillamente “el cambio está en ellos mismos” (palabras que, gratis, pudieron haber leído en cualquier sitio de internet o escuchado de la voz de su mejor amigo, si hubieran procurado antes cosechar una amistad auténtica). Ahí está el problema: no puedes generalizar métodos para conseguir el éxito ignorando que las personas son en esencia diversas, multifacéticas y con necesidades diferentes. Hay personas altamente proactivas como las hay pasivas e inclinadas a seguir las instrucciones. Hay líderes, por supuesto, pero también lideracos (palabra que compuse pensando en líder y pajarraco, porque blah, blah, blah: hablan hasta por los codos, de otro modo se quedan sin trabajo).

Lo que alego es que estos cursos que van de ciudad en ciudad para ilusionar a jóvenes y adultos de vida apagada (rutina alrededor de un trabajo que no les gusta o de una sortija que ya les aprieta el dedo) utilizan el viejo truco de “apantallar” desde el primer día ofreciéndoles el camino a la felicidad. Pero, ¿de verdad me dices que el último fin en la vida es conseguir el éxito económico? ¿O que no hay otra vía para alcanzar la satisfacción? Además, pervierten las artes: sé tú mismo, vuélvete empresario, “emprende”, y si quieres ser pintor, músico, literato, bien, sé el mejor de todos para que ganes (ahí vamos de nuevo) grandes cantidades de dinero haciendo lo que te gusta.

Es absurdo. No hay conexión limpia: es agua turbia este camino de remediar las faltas creativas con deplorables mantras modernos: “ven dinero”, “soy el mejor”, “así me veo en un futuro”, “seré la envidia del vecindario”. ¿Es en serio que gastas doce minutos de tu preciado día para pensar en sandeces injustificadas? Quieren retroceder, en su inteligencia, quinientos años atrás, cuando creían fervientemente en la existencia de la piedra filosofal o en el famoso toque de Midas. La genialidad, por si te lo preguntas, no te encontrará descansando ni soñando con la “ley de atracción” (otra de muchas pajas mentales).

Calma, Note, calma, ¡todos atraemos las energías! ¡Cuidado con las energías negativas! ¡No pienses negativo, no uses tu inteligencia, no acudas a la ciencia ni te excuses con verdades! Y yo pienso únicamente en lo extraña e ingenua que llegan a ser todas las personas enajenadas por un mísero discurso que escucharon en la televisión, en la radio o en el pódium de su Universidad. Diría mi abuelo: les hace falta vivir. Diría yo: visítenme cuando se enteren que, por decir todo lo que he dicho, me ha caído un sinfín de desgracias metafísicas. No los veré, claro, nunca por aquí.

¿Creo en el poder de las palabras? Por supuesto, pero no en el sentido que le dan en otros lados de prostitución espiritual. El lenguaje verbal es muy poderoso: en un contexto ideal, natural y concreto, puede unir o separar personas; de un te amo a un te odio hay muchos abrazos de diferencia. Eso sí, no existen las palabras mágicas, sino los trucos, los recursos para que parezcan mágicas. Los cursos de Superación al Éxito pescan a ilusos con la promoción de una magia (ufana de por sí) como si fuera real y eso, amigos míos, es lo más triste. La gente es víctima, porque también los religiosos la usan para hacer negocio de sus misas bautismales y multitudinarias.

A nadie le gusta ver que se aprovechen de las demás personas. No juzguemos, no todos los asistentes permanecen, o después de asistir al curso les parece que no les sirvió de nada, o que no era tan necesario. Seguro estoy que la gente que ellos llaman “exitosa” no estuvo arrastrándose en semejantes congregaciones. Este tipo de cursos también son usados para estafar a las personas, haciéndoles creer que los preparan para el trabajo y sueldo de sus vidas que la misma empresa ofrece. He visto cómo los tratan y juegan con sus necesidades económicas. Luego los botan. Lo cual es alarmante: cualquiera que se ponga al tiro con discursos motivacionales, así sea un violador de menores, puede crear revoluciones en el pecho febril de los asistentes, sus futuros fieles seguidores.

Hay líderes buenos y malos, dependiendo de las circunstancias. Hay personas que se sienten más a gusto siguiendo a estos líderes, y líderes que persiguen objetivos a favor de la comunidad que los apoya. Que yo sepa, no sobreviven limpios todos los lideracos (líderes falsos, oportunistas). Aquel pobre hombre que sufre de estrés y de no saber vivir su tiempo libre, que use el dinero para irse de vacaciones en lugar de pagar el curso de Superación donde le dirán, irónicamente: “vive más, arriésgate, vete de vacaciones”.

¿Por qué buscas afuera lo que no has sabido encontrar en tu propia casa? ¿Qué tipo de libros lees? ¿Qué tipo de televisión consumes? Y en internet ¿en qué gastas tu tiempo? Dale Me gusta y comenta “Amén” si ves a Cristo en este texto. Dale “Compartir” si eres una persona inteligente. Escribe “7” en la caja de comentarios y espera cinco segundos para ver la magia. ¡Oh, Pandora, vuelve y acaba de nuevo con nosotros! La estupidez es grande y nos rebasa.


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