por
Mario Note Valencia
Las líneas de los mapas
indican una ruptura, casi siempre imaginaria*, del terreno. Más allá de
fragmentar la visión del lugar y debatir contra ello, confieren un sentido de
estadía; de manera que podemos decir: “antes estaba allá, ahora estoy aquí”. El
“allá” y el “aquí” casi siempre, también, son espacios trazados por líneas. Cada
lado de la línea adquiere color y tono propios. La cerca de madera que puede
existir entre los patios de un vecindario, puede ser el ejemplo más próximo a
esta visión. El pasto recortado de un lado de la pequeña muralla, no se atiene
al crecimiento silvestre que sucede del otro.
Para intensificar el
trazo sobre los mapas, basta con construir una barrera. Las casas están
construidas sobre un proyecto arquitectónico previamente acordado. Las
habitaciones por lo general tienen su propio aire, su propio color y tono, dependiendo
de quién la habite. Por eso, en un espacio en donde lo público es riesgoso, lo
privado se vuelve esencial; lo privado no se gana, se construye, y la exclusividad,
por ejemplo, comprende desde cerrar la boca para comer, como dormir con la
puerta cerrada para que nadie entre mientras el cuerpo resbala en movimientos
caprichos e imprevisibles.
A mayor escala hay
líneas sobre mapas que más bien parecen cicatrices. Las cicatrices, como las
líneas, también son imaginarias; sin embargo, la herida intensifica más el
espacio que el sensible dibujar de los territorios. Hablar de territorios es
hablar con la conciencia inmediata de fragmentos, porque es muy difícil saber
cuáles fueron las causas primeras que conducen a la separación cultural.
La ciudad de Tijuana me
dejó en un principio con el espejismo de una frontera franqueable, a tal grado que
abandoné los mapas para recorrerla, cuando se pudo, en automóvil. Hubo una
línea, sin duda, que se impuso con violencia a todas las líneas de mapas que
conocía hasta ese momento. El camino a las playas me condujo paralelo al muro
que define dónde termina México y dónde comienza Estados Unidos. Quizá, por
conveniencia, sea necesario adoptar a esta línea como la cicatriz de dos territorios,
y contar con que, la frontera norte de México no es donde termina, sino donde
comienza; quizá sea necesario voltear hacia el sur, o a cualquier otro lado, y
pensar por un momento que se trata de una enorme cerca que divide dos patios
distintos, y no una pared que divide habitaciones**. Honestamente.
Notas:
*Imaginaria porque las líneas concretas pertenecen a las
realizadas por la propia naturaleza: las costas del océano, el trazo de un río
o los muros erigidos por caprichos territoriales.
**Las culturas como habitaciones del mundo puede ser
una macro-concepción de las líneas divisorias.
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