por
Karo Velázquez
Cada mañana el reloj está ahí. Tic tac,
tic tac. Escucho el movimiento de las manecillas. Es muy extraño cómo un objeto
inanimado puede provocar tantas cosas en nosotros.
Si tenemos prisa, nos agobia. ¡Qué
rápido avanza el tiempo! En cambio, si queremos que el tiempo avance
lentamente, parece que aún no ha terminado de dar el primer “tic” cuando ya
está sonando el “tac”.
Cuando preservamos un reloj, preservamos
con él muchos momentos: la hora del nacimiento del primogénito, las doce
campanadas, la noche vieja y la llegada del año nuevo… También esas veces que
una madre miró desesperada la llegada de la media noche para iniciar la
serenata por los 15 años de su hija. ¡Sí que son muchas cosas!
Quizás no notamos la ausencia del reloj hasta
que no lo tenemos con nosotros, hasta que sentimos la mano desnuda por la falta
de aquel pequeño reloj de pulsera. Considero que en ese reloj, en ese
accesorio, se conserva lo más valioso que uno tiene: el tiempo.
Si no medimos el tiempo somos capaces de
emplear mucho tiempo en asuntos innecesarios, dejando de lado las importantes:
las pequeñas, grandes y verdaderas cosas que nos llenan la cara de felicidad.
Amemos al tiempo, amemos ese reloj de
pulsera, ese reloj de pared… El reloj digital. Hagamos que ese “accesorio” sea
importante para nosotros por el simple hecho de recordarnos que todo tiene su
tiempo y su lugar. Por recordarnos que no podemos adelantar pero tampoco
podemos atrasar las cosas.
Valoremos el tiempo porque no siempre
estará con nosotros. Valoremos ese reloj que ha estado con nosotros desde mucho
tiempo atrás, que quizás también nos recuerde que fue el primer regalo de
nuestra madre cuando entramos a la adolescencia, que es el objeto que más veces
hemos mirado y no nos habíamos dado cuenta…
Apreciemos ese reloj, escuchémoslo y
hagamos cosas verdaderamente plenas con el tiempo que nos marca, antes que la
manecilla se detenga y tu tiempo no camine más. Tic, tac…
Muy buena reflexión, atractiva a la vista y excelente contenido. Buena temática y, como para agregarle a tu reflexión te dejo una cita familiar: hay que darle tiempo al tiempo. Dejémosle correr libremente (al tiempo) y esperar tambien a que sea el momento adecuado, y siéndolo, disfrutarlo.
ResponderEliminar¡Saludos!
Atte: Kimberly