miércoles, 10 de septiembre de 2014

10. Presidentes católicos (o cómo sobrevivir al mes patrio)

por Mario Note Valencia


Durante su administración en Tlaxcala, Ignacio Ramírez El Nigromante fue perseguido y expulsado por el pueblo al proponer no festejar a la Virgen por las calles de la ciudad, ya que al considerar que México pasaba por un momento crítico, cualquier movimiento podría distraer, quizá, los intereses de liberación. Es histórico que la Iglesia se hiciera de parte de la población para atacar a los liberales durante la Reforma.

A pesar de apartar la Iglesia de los asuntos del Estado, el Estado mismo seduce a la Iglesia como no hace muchos años. Vicente Fox confesó (presidente mexicano durante 2000-2006): “Yo soy católico, yo quiero a mi iglesia, yo quiero a mi Papa y si me da chance el Papa mañana, que no me han dado chance de acercarme a él, si lo tuviera por supuesto que me pongo de rodillas y le beso (el anillo) otra vez”.

En pocas palabras Vicente Fox, sólo por su aferrado catolicismo, no repara en ningún momento al recalcar que besó el anillo del Papa Juan Pablo II durante su visita a México. Entonces el debate se prolonga en si Chente es bueno, en si Chente lo otro, en si Chente se las da de humilde y sobajado.

Como sea, la historia de México es la que debería enjuiciar el acto y dejar en claro por qué este expresidente está desorbitado al decir que Benito Juárez  le viene guango. ¿Por qué le conviene decir que fue mejor que Juárez, frente a personas que no saben las razones precisas de la historia?

No podemos comparar a presidentes que pertenecieron a un contexto histórico material distinto, pero sí podemos ver cuáles son los proyectos presidenciales por los que se abogaron en cada tiempo y si un interés anula o apoya al otro. Vicente Fox se compara él mismo con Juárez y desacredita el sentido efectual que tiene la Guerra de Reforma sobre nuestro presente. Nada más hay que ver que este expresidente católico se valió de la Constitución, misma que, como ya sabemos, tomó los grandes cimientos con Juárez.

Fox se excusa al asegurar que el tema de los liberales y de Benito Juárez “ya fue superado”, y que del mismo modo la separación de la Iglesia y el Estado es un tema que forma parte del pasado. No sabemos, sin embargo, si realmente esta separación es más metafísica que material, pues hay que ver cómo en la actualidad se ven distribuidas las escuelas. Un momento. Sí sabemos que esta separación es ideal, imaginada. Lo supuesto material y tangible del cumplimiento de las reformas una vez más nos muestra con hechos de humo.

Al hablar como habla, Fox sólo neutraliza las implicaciones de la Historia. Neutralizar, estar en estado neutro frente un problema, por lo general implica legitimar al dominio, dejarse llevar.

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