por Mario
Note Valencia
En lugar de Batalla aquí vemos un partido amistoso entre Francia y México |
La Batalla de Puebla
representa el primer triunfo mexicano sobre la intervención extranjera. Esta
batalla, con todo y su lluvia decisiva, sólo aplazó la instauración del Segundo
Imperio Mexicano apenas en 1863, dirigido por Maximiliano I. Los realmente “ganones”
de todo esto fueron, además de Francia, los siempre indeseables conservadores
de México y la Iglesia Católica.
Creo que de manera
similar sucede en México cuando una lluvia aguada
la fiesta patria. Una lluvia puede provocar que se cancele el grito sobre la plaza pública, apagando los corazones de los
mexicanos que de buena voluntad deseaban gritarle no sé a quién. ¿Gritar en
contra de la opresión junto al Presidente Municipal, en el balcón, con la
campana y bandera en mano? Pero también esta lluvia sólo puede aplazar el
festejo, si no unos días hasta el año siguiente; lo aplaza, pues, y después
viene el festejo (con todo y su atractivo pirotécnico) tal y como vino el
Segundo Imperio Mexicano.
¿Acaso no serán los
conservadores y la Iglesia Católica, otra vez, beneficiarios de que se festeje
el grito de Independencia? Existe la alianza cuasi-eterna entre el Estado y la
Iglesia, por más que digan que no emparentan. La iglesia legitima el mando del Estado, mientras el Estado
responde con el permiso del uso de las calles principales para el pago de las mandas.
En recientes años los
Presidentes de México han demostrado ser férreos católicos al recibir personalmente
al representante de Dios en la Tierra (Papa), y al escalar presurosos el mito
del Tepeyac. Entonces un halo luminoso los cubre y protege para saber mandar al
pueblo. Por supuesto, de acuerdo con esta lógica, deberíamos creer que El Santo
y Blue Demon son sus secretarios.
Hasta hoy reparo en que
El Santo y Blue Demon (también conocido como El Manotas) son la fuerza antagónica,
el ying y el yang, el arriba y el abajo, el negro y el blanco, el zurdo y el
izquierdo. Para estas fiestas patrias y con lluvia, como que se antoja encender
el televisor y descubrir cómo un cardenal mexicano, sobre un ring improvisado, se
agarra a guamazos con un fiel católico que acaba de asegurar que no encontró a
Dios en la cárcel.
Ah pero cómo se pasa la
vida. Café, lluvia, tú, yo… No sé, no lo pensé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario