viernes, 5 de septiembre de 2014

5. Chubascos (o cómo sobrevivir al mes patrio)

por Mario Note Valencia

En lugar de Batalla aquí vemos un partido amistoso entre Francia y México

La lluvia podría ser, en realidad, aguafiestas del mes patrio. La misma lluvia que cae sobre el pedazo de tierra que es México ayudó a que en 1862 el ejército francés disminuyera sus fuerzas antes de su entrada, y así se ganara la gloriosa Batalla de Puebla, festejada cada 5 de mayo. Sin duda hay momentos claves y azarosos sobre los que se pone tanta fe como para echar la montaña sobre Mahoma.

La Batalla de Puebla representa el primer triunfo mexicano sobre la intervención extranjera. Esta batalla, con todo y su lluvia decisiva, sólo aplazó la instauración del Segundo Imperio Mexicano apenas en 1863, dirigido por Maximiliano I. Los realmente “ganones” de todo esto fueron, además de Francia, los siempre indeseables conservadores de México y la Iglesia Católica.

Creo que de manera similar sucede en México cuando una lluvia aguada la fiesta patria. Una lluvia puede provocar que se cancele el grito sobre la plaza pública, apagando los corazones de los mexicanos que de buena voluntad deseaban gritarle no sé a quién. ¿Gritar en contra de la opresión junto al Presidente Municipal, en el balcón, con la campana y bandera en mano? Pero también esta lluvia sólo puede aplazar el festejo, si no unos días hasta el año siguiente; lo aplaza, pues, y después viene el festejo (con todo y su atractivo pirotécnico) tal y como vino el Segundo Imperio Mexicano.

¿Acaso no serán los conservadores y la Iglesia Católica, otra vez, beneficiarios de que se festeje el grito de Independencia? Existe la alianza cuasi-eterna entre el Estado y la Iglesia, por más que digan que no emparentan. La iglesia legitima el mando del Estado, mientras el Estado responde con el permiso del uso de las calles principales para el pago de las mandas.

En recientes años los Presidentes de México han demostrado ser férreos católicos al recibir personalmente al representante de Dios en la Tierra (Papa), y al escalar presurosos el mito del Tepeyac. Entonces un halo luminoso los cubre y protege para saber mandar al pueblo. Por supuesto, de acuerdo con esta lógica, deberíamos creer que El Santo y Blue Demon son sus secretarios.

Hasta hoy reparo en que El Santo y Blue Demon (también conocido como El Manotas) son la fuerza antagónica, el ying y el yang, el arriba y el abajo, el negro y el blanco, el zurdo y el izquierdo. Para estas fiestas patrias y con lluvia, como que se antoja encender el televisor y descubrir cómo un cardenal mexicano, sobre un ring improvisado, se agarra a guamazos con un fiel católico que acaba de asegurar que no encontró a Dios en la cárcel.

Ah pero cómo se pasa la vida. Café, lluvia, tú, yo… No sé, no lo pensé. 

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