martes, 23 de septiembre de 2014

“Seis grados de separación”: para no ver esta película

por Mario Note Valencia

Paul, Flan y Ouisa
La película Seis grados de separación de 1993, según he podido ver, aún provoca cierta conmoción entre los espectadores cibernautas. Adosado a las opiniones que defienden la película y la promueven como una obra cinematográfica muy reflexiva y conmovedora, agrego mi perspectiva sólo para desmenuzarla.

Tiene el título de “Seis grados de separación” gracias a la teoría que lleva el mismo nombre: estamos, dicen, a escasas seis personas de estar en contacto con cualquier persona al otro lado del mundo. Los seis grados son las relaciones sociales que se desprenden de nosotros mismos cuando conocemos a una persona, y ésta conoce a alguien más... En pocas palabras es el estímulo de decir “¡qué chico es el mundo!” cuando vamos a una taberna secreta de la ciudad donde no esperábamos encontrarnos a nadie.


La película trata de (para que no sea necesario verla, por supuesto) una pareja de casados, Flan Y Ouisa, quienes viven cómodos después de tantos años en un departamento lujoso con vista a Central Park. Una noche, a punto de concretar un millonario negocio sobre una pintura de Cezanne, aparece hasta su alcoba un joven herido de nombre Paul (interpretado por Will Smith). Una sorpresa lleva a otra y resulta que Paul termina por congeniar con la pareja, sobre todo porque su aparición hizo que el negocio resultara.

Al final de cuentas la feliz pareja poco a poco, entre conversaciones con sus amistades, se percatan de que Paul se ha aparecido de la misma manera en distintas familias. Lo extraño es que Paul ostenta ser elegante, creativo y, sobre todo, amigo de los hijos de las parejas ultrajadas con la identidad. Las familias tratan de averiguar si Paul, ahora buscado por la policía, es quien dice ser: el hijo negado de un gran actor de raza negra.

Entremos ahora en el tema.

Flan y Ousisa: vemos a una feliz pareja mercantiles del arte, al acecho de cualquier oportunidad en la que una colección privada tambalee de propietario; en ese momento entran ellos, tal parece, para conseguirla y revenderla. Cada uno, la mujer y el hombre, tienen un supuesto bagaje de la alta cultura que expectoran en sus diálogos cotidianos, entre tanto traje, copas de vino, palacios lujosos, todo pulcro, todo negocio. Esta película nos comunica algo: no importa si estás en Roma o New York, todos los lugares de la “clase alta” o capitalista se parecen. 

 
Así van Flan y Ousa, en su búsqueda, encontrándose unas personas con otras de las mismas esferas sociales económicas, quiero decir: quienes pueden quedarse de pie, en círculo, en medio de una exposición de museo, con la postura de perdedores: la copa de vino a la altura del esófago.

Ellos aman tanto la pintura de Cezanne que la pueden vender al mejor postor. Para eso viajan a Roma, para hacer negocios millonarios. Entre tanto cuentan su historia del incidente con Paul. Ahora recupero una conversación en la visita que hicieron a la Capilla Sixtina durante su remodelación. La pareja habla con un grupo de personas sobre su experiencia:

Flan: –Ver la Capilla Sixtina así… Los colores son asombrosos.
Ouisa: –Fuimos a Roma de negocios, pero gracias a Miguel Ángel…
Flan: –Tengo un comprador para esa pieza…

Y ahí tienen su diálogo sensible y artística, su esfera de amistades que saben de arte gracias a los libros que empiezan con Historia de… En toda la película se cultiva la idea de que la mujer, Ouisa, siempre espera hablar sólo de arte pero su esposo no piensa más que en negocios. Es una idea, por supuesto, que desembocará en una fusilería para afianzar la convicción del final de la película. Otro diálogo:

Ouisa: –Ellos eran buenos chicos (refiriéndose a una pareja de jóvenes tratando de vivir en Manhattan).
Flan: –Sí… Trabajaban para vivir (y aquí hay una risa de quienes los escuchan hablar).

No sorprende que dentro de esa esfera parezca chiste el trabajo físico, ya que los que viven del arte suponen que comprenden todo y de todo, sobre todo de las condiciones que no favorecen a quienes tartan de ir con o en contra del sistema del Estado. Un caso: los artistas. En Seis grados de separación vemos que Flan, un hombre exitoso como les gusta llamarlo, a pesar de hacer dinero con obras que él no hizo, tiene la sensibilidad de contemplar un cuadro de Kandisky o apasionarse con uno de Cezanne (aunque haga dinero con ello, repito).

Y ésta es una manera de neutralizar el problema ético, si queremos llamarlo de algún modo, porque Flan, sabe que Vincent van Gogh no vivió a gusto económicamente, no se encharcó con dinero como él sí lo está haciendo. Aquí entra la magia del cine: “Flan es tan sensible que puede comparar sus zapatos de miles de dólares con los zapatos derruidos que pintó Vincent van Gogh”. Vaya, hasta nos duele en el pecho que sea así de sensible; en el bolsillo aún no nos duele. La ideología del capitalismo, de ver todo como una posible venta, quitarle el autor y vivir de los demás, es puesta en esta película de una manera velada que puede llevar al público no crítico de la risa al llanto, para que diga, quizá, que congenia con esas ideas aunque nunca se viva como lo viven Flan y Ouisa.

Después de todo, hay una escena muy significativa acercándose al final de la película. Resume en muchos sentidos el sentimiento capitalista sobre el arte. La mujer protagonista cuenta que, durante la visita a la Capilla Sixtina y sobre un andamio, pudo tocar el fresco “La creación de Adán” de Miguel Ángel. La escena es cruenta si vemos a una persona capitalista que golpea, como una bofetada, el trabajo de un artista. Eso es lo que vemos con gran alegría de quien lo hace: es la cachetada de la mercancía sobre el arte, que no significa arte si acaso no se puede vender.

 

También a punto de terminar la película, el joven que interpreta Will Smith les dice, a través del teléfono: –“Quiero ser como ustedes, vender el arte, ganar dinero sin tener que estar en una oficina”, pero el señor Flan le responde, neutralizando el problema: –“Ah, no, Paul, tú sólo ves el lado glamoroso de esto, pero hay el otro lado”. Paul insiste: –“Quiero conocer ese lado, puedo hacerlo”. Le responden: – “Debes tener sustento económico, saber Historia del Arte…”.

En esta conversación que puede decidir el futuro de Paul, es Ouisa quien parece más “misericordiosa”. Y con la misericordia del Estado capitalista, ante las súplicas de Paul para que se vaya a vivir con ellos, ella le aconseja que se entregue a la policía y pague la condena por varias acusaciones de fraude y provocación de un suicidio. ¿Parece raro este curioso desenlace en las películas? La moral del Estado aparece y dice en voz de Ouisa: “Entrégate. Eres una persona genial, me hiciste menos aburrida la vida pero entrégate a la policía para poder quererte”.  

Paul acepta entregarse si sólo va acompañado de Ouisa para que lo traten como una persona “digna” dentro de la cárcel. Ya sabemos cómo acaba todo. Flan, a regañadientes, decide acompañar a Ouisa pero llegan tarde, ya los policías se han llevado a Paul. Cuando Ouisa pregunta por Paul en la comisaría nadie sabe darle razones. Sólo tiempo después parece haber escuchado sobre un suicidio en alguna cárcel federal.

El mismo destino de Paul (Will Smith) fue el de Jack (Leonardo DiCaprio) en Titanic: ¿y si en lugar de morir hubiera vivido esta persona que por su espontaneidad no se atiene a las corrientes de la clase alta? ¿Tendrían que dejarse costumbres? ¿El pobre y el rico podrían vivir felices en adaptación? La respuesta implícita de estas películas: mejor sacrificado, mejor no saber qué hacer con esa tensión. La muerte es la respuesta; pero la muerte, curiosamente, del que no tiene casa, del que no tiene qué perder un empleo “fabuloso, estupendo, magnífico” vendiendo grandes obras de arte.


La escena final de Seis grados de separación es todavía más absurda. Ouisa dice un discurso sobre vivir, entonces deja la mesa donde desayuna, sale a la calle, se despide de su esposo y repite el acto de cachetear la pintura de Miguel Ángel, pero ahora las hojas de los árboles. La película se lava las manos y se va, porque ni siquiera se demuestra un radicalismo de Ouisa sobre su vida. Más bien fue algo como: “Me enojo con la vida que llevo, me enojo con todos, pero al rato regreso, ¿eh?”

Así de chistosas son los discursos de las películas. Ésta es una película para los alienados, los adosados en las filas del Estado (tanto los pobres que desean ser como los ricos, como los ricos que suponen cómo son los pobres).

Abur.

Apostilla: la verdadera historia, sobre la que está basada esta película, empieza felizmente con un estafador de vida y nombre reales: David Hampton.

7 comentarios:

  1. Yo veo mucha envidia en esta critica jajaj
    No entiendo el rencor gratuito.

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    1. Hay que limpiarse los ojos, muchacho, jaja, para evitar ver lo que no hay y no ensanchar malentendidos. ¡Saludos!

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    2. Ests critica parece escrita por un socialista. Envidioso y resentido como todos ellos.

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    3. Take it easy, amigo. Vamos a debatirlo: tú me explicas por qué lo dices y yo te explico por qué incluso no podría tomarse como socialista (aunque de por sí "parecerlo" ya es un halago). Puedes contactarme y lo hablamos, hay muchas cosas de las que supongo no te has enterado. Contáctame y te concedo el beneficio del anonimato.

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  2. Pues creo que todo esto que has dicho sobre la frivolidad de los ricos y el arte, la mercantilizacion de la cultura, etc etc.... es exactamente lo pretende mostrar la pelicula... Es decir, no creo que hayas "re-interpretado" la pelicula. Lo que te dice la pelicula es lo que mas o menos has escrito. Es una pelicula q tiene esa critica social implicita. Creo que no entendiste la ironia de la pelicula.. Habla del elitismo entre los marchantes de arte, y de gente que vive en las clases sociales bajas y haria lo que fuera por llegar arriba. Se trata de relaciones de poder, se trata de como el fin ultimo es llenarse los bolsillos de billetes...no de arte. Se trata de mostrar gente que no tiene idea de arte pero paga millones para tener un cuadro famoso colgado de la pared porque eso da prestigio, equivale a mostrar cuando poder tienen. Y al final muestra que nada cambia, no importa quien muera y mucho menos si es alguien de color. No por cualquier razón el personaje que ingresa por la ventana es negro...De eso se trataba. Creo que tu "critica" no es tal. Es más bien una explicación de la película.

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    1. Por cierto, no esta basada unicamente en la teoria de lo 6 grados, sino tambien en una obra de Broadway.
      De verdad no te parecio "extraño" que Paul fuera negro, pobre y gay??.... era parte de la critica tambien.

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    2. Qué tal, me da gusto saber tu opinión. Lo que dices tiene coherencia. Te comentaré algunos detalles: no he vuelto a leer lo que escribí hace tres años (pero recuerdo la película). Si fui descriptivo (por aquello de no ser interpretación) fue para cumplir con el objetivo principal: la oportunidad de saltarse la película y sobre todo ofrecer un comentario distinto a los cientos que hay en internet apoyándola (y no como yo la vi ni menos como tú sugieres -por eso me animé a comentarla).
      No recuerdo haber revisado ese punto de que estuviera basada en una obra de Broadway (a lo mejor lo omití para no salirme más), agradezco el dato.
      Sí revisé ese punto de Paul: color, socioeconomía y su preferencia sexual: ahí tienes otra dirección que puede tener el texto (seguramente no quise meterme en estudios de género, que también lo hubiera hecho por los tiempos en los que lo redacté).
      Me cuesta imaginar que lo que tú dices sea la verdadera intención de la película, es decir: estoy de acuerdo, pero tendría que verla de nuevo para meterme más en las posibilidades interpretativas (y adecuadas) según su discurso cinematográfico (y que tu perspectiva sobreviva por sí misma). Me cuesta imaginar que es una total ironía (lo que no signifique que no lo sea), porque ha triunfado en el mercado y no precisamente por ese detalle. Sin embargo, insisto en que tiene coherencia lo que dices. Pero ahora viene lo bueno: debido a que me interesó esa perspectiva arriesgada (según mi parecer) que le das a la película te invito a que publiques en este espacio el desarrollo de tu pensamiento (que le enseñes al público -no avezado en estos temas- cómo has llegado a tal conclusión). Si consigues demostrarlo, borro este texto, pues yo mismo admitiría que deben de leer la película como tú dices. Muchas gracias por tu comentario, por fin he leído algo bueno. Espero te animes y podamos seguir hablando por otro medio. Saludos.

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