lunes, 8 de septiembre de 2014

8. Conquista espiritual (o cómo sobrevivir al mes patrio)

por Mario Note Valencia

Pintura de Leonardo Paz
Hernán Cortés entró al reino lacustre de Tenochtitlan, conquistándolo finalmente en 1521. Pero 300 años después el pueblo mestizo mexicano consiguió su emancipación definitiva de la corona española. Más allá de lo que pueda pensarse, fue el  clero (atestado de frailes) quien decidió derrumbar las obras arquitectónicas de los mexicas; Hernán Cortés, por lo contrario, tuvo cierto sentido de conservar lo que había sido Tenochtitlan, esto como muestra arqueológica a pesar de la recién conquista. Fue Hernán Cortés, después de todo, el conquistador filantrópico, cuya propuesta fue mal vista por los reyes de España.

La Iglesia derrumbó todo tipo de templo ceremonial, y con las ruinas aztecas se construyeron las nuevas edificaciones que darían sentido al actual recuerdo colonial de la Ciudad de México. Volúmenes de piedra tallada en elogio a los dioses aztecas sirvieron para los cimientos y pilares de las nuevas casas. El mestizaje arquitectónico no podía ocultar, sin embargo, el pasado.

Los frailes, enviados por la Iglesia, hicieron su conquista espiritual soterrando lo que había sido una ciudad levantada en historia cultural, de manera que derrumbar una piedra o enterrar un ídolo significaba también ocultar un sentido histórico del pueblo conquistado. Además, pues, de la conquista espiritual la Iglesia fue responsable de la amnesia histórica, la cual no iba a ser posible sin el ocultamiento total de Tenochtitlan.

No todo fue glorioso y orgullo para los conquistadores. Mucho tiempo después de ver en llamas los antiguos códices o bajo tierra las pirámides, hubo una nostalgia española sobre el desmoronamiento de la cultura azteca.  Fray Diego de Landa, por ejemplo, se sintió culpable y sabía que había cometido el error de quemar elementos mayas (ídolos y documentos) al evangelizar en la península de Yucatán. Después de caer en la cuenta, empezó su labor de reconstruir la historia.

De acuerdo con justo Sierra se destruyeron 5000 ídolos de diferentes formas y dimensiones, 13 grandes piedras utilizadas como altares, 22 piedras pequeñas labradas, 27 rollos con signos y jeroglíficos, toneladas de libros y 197 vasijas de todos los tamaños”.

La obra Relación de las cosas de Yucatán (1568) realizada por Fray Diego de Landa es un documento que coteja la historia de la cultura maya durante la conquista; se volvió referencia obligada para el estudio de la historia de México. Muy curiosamente, también más allá de lo que podría pensarse, el fraile fue muy estimado entre los habitantes.

Sospecho que quemar un castillo pirotécnico para las fiestas patrias, entre olor a pólvora y reflejo de luces en el cielo, es elogiar la amnesia histórica de los eventos reales iniciada ya en la conquista de México. El Estado mexicano quema y funde a los protagonistas de la lucha de independencia, grita un ¡viva! por ellos, los pone en moldes y los arroja enlatados, listos para su consumo dentro de cualquier salón de clases. ¿Qué están entendiendo los niños por dar el grito cada 16 de septiembre?

Fray Diego de Landa, pintura de Fernando Castro

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