por Mario
Note Valencia
Pintura de Leonardo Paz |
Hernán Cortés entró al
reino lacustre de Tenochtitlan, conquistándolo finalmente en 1521. Pero 300
años después el pueblo mestizo mexicano consiguió su emancipación definitiva de
la corona española. Más allá de lo que pueda pensarse, fue el clero (atestado de frailes) quien decidió
derrumbar las obras arquitectónicas de los mexicas; Hernán Cortés, por lo
contrario, tuvo cierto sentido de conservar lo que había sido Tenochtitlan,
esto como muestra arqueológica a pesar de la recién conquista. Fue Hernán
Cortés, después de todo, el conquistador filantrópico, cuya propuesta fue mal
vista por los reyes de España.
La Iglesia derrumbó todo
tipo de templo ceremonial, y con las ruinas aztecas se construyeron las nuevas
edificaciones que darían sentido al actual recuerdo colonial de la Ciudad de
México. Volúmenes de piedra tallada en elogio a los dioses aztecas sirvieron
para los cimientos y pilares de las nuevas casas. El mestizaje arquitectónico
no podía ocultar, sin embargo, el pasado.
Los frailes, enviados
por la Iglesia, hicieron su conquista espiritual soterrando lo que había sido
una ciudad levantada en historia cultural, de manera que derrumbar una piedra o
enterrar un ídolo significaba también ocultar un sentido histórico del pueblo
conquistado. Además, pues, de la conquista espiritual la Iglesia fue
responsable de la amnesia histórica, la cual no iba a ser posible sin el
ocultamiento total de Tenochtitlan.
No todo fue glorioso y
orgullo para los conquistadores. Mucho tiempo después de ver en llamas los
antiguos códices o bajo tierra las pirámides, hubo una nostalgia española sobre
el desmoronamiento de la cultura azteca. Fray Diego de Landa, por ejemplo, se sintió
culpable y sabía que había cometido el error de quemar elementos mayas (ídolos
y documentos) al evangelizar en la península de Yucatán. Después de caer en la
cuenta, empezó su labor de reconstruir la historia.
De acuerdo con justo
Sierra se destruyeron “5000 ídolos de
diferentes formas y dimensiones, 13 grandes piedras utilizadas como
altares, 22 piedras pequeñas labradas, 27 rollos con signos y jeroglíficos, toneladas
de libros y 197 vasijas de todos los tamaños”.
La obra Relación de las cosas de Yucatán (1568) realizada
por Fray Diego de Landa es un documento que coteja la historia de la cultura
maya durante la conquista; se volvió referencia obligada para el estudio de la
historia de México. Muy curiosamente, también más allá de lo que podría
pensarse, el fraile fue muy estimado entre los habitantes.
Sospecho que quemar un
castillo pirotécnico para las fiestas patrias, entre olor a pólvora y reflejo
de luces en el cielo, es elogiar la amnesia histórica de los eventos reales iniciada
ya en la conquista de México. El Estado mexicano quema y funde a los
protagonistas de la lucha de independencia, grita un ¡viva! por ellos, los
pone en moldes y los arroja enlatados, listos para su consumo dentro de
cualquier salón de clases. ¿Qué están entendiendo los niños por dar el grito cada 16 de septiembre?
Fray Diego de Landa, pintura de Fernando Castro |
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